Qué carajo puede conducir a un ser exitoso, casi lozano, muy virtuoso y súper inteligente, a tramar su muerte y desligarse de la vida paulatinamente como si le persiguiera las desgracias que otros padecen.
Acaso, el ser que se siente incomprendido y percibe que su mente se transporta más ágil que las demás, está destinado a autodestruirse en el segundo tramo de su vida.
Jaime Bayly, ha expresado en los últimos tiempos, un pesimismo complaciente en todos los actos de su vida. Como si percibiera que la hora de acortar su destino se acercara.
Incluso, en su columna titulada “morir en sus brazos”, detalla el que sería su final. Devela la figura de la muerte como un ser que lo pretende desde hace tiempo y que lo espera amablemente para arrullarle en sus brazos.
O es que acaso el escritor juega con el papel de suicida a sabiendas que, la trifulca intelectual que genera con sus anuncios, le brinda réditos en rating y venta de sus libros. Reforzaría esta tesis, la próxima salida de un nuevo libro de su autoría que promete escandalizar.
La soledad, la callada soledad
Quien, cada cierto tiempo, está elucubrando con el final de sus días, padece de desórdenes mentales ocasionados por una compleja descompensación química del cerebro que merece ser regulada con medicación. Pero quien tiene avanzado el mal y no tiene ese alguien que lo empuje a tratarse, se deslizará siempre por la cornisa de la soberbia y necedad del intelectual que se cree dueño de la mayoría de verdades.
Aunque Bayly ha confesado seguir un régimen médico para combatir la depresión, éste no estaría dando los resultados esperados.
Como es sabido, Jaime vive solo desde que se separó de su esposa y se tuvo que alejar, por su recargada agenda de trabajo, del contacto con sus hijas. Ello influye mucho en una visión poco expectante del futuro.
En su última columna, en el diario Perú 21, titulada “el escritor mediocre”, Jaime deja entrever estar condenado a trabajar como esclavo en la televisión de Miami y Lima, porque su real pasión, la de escritor, no le brinda la economía que requiere para mantener el trajín y ritmo de vida que tiene desde hace más de diez años.
El mundo de las letras está plagado de suicidios. Y siempre los escritores anunciaron su abrupta partida con meses y hasta años de antelación. No siempre, es cierto, las motivaciones han tenido raíz en una enfermedad mental mal tratada o, simplemente, ignorada. Se han dado casos de suicidas que por desamor o una traición, han resuelto acabar con todo.
Pero también son numerosos los casos de muerte autoinflingida por temor a estar encallando en el charco de la locura.
Nos resistimos a pensar que Jaime este persiguiendo acaloradamente a la muerte.Tampoco creemos en la versión que Bayle haya tenido como libro de cabecera por mucho tiempo, la obra del español Benjamín Prado "Suicidas" y pretenda ser el 28.
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