jueves, 21 de mayo de 2009


Periodista de La República amenazado por la mafia

Ángel Páez, puntal del periodismo de investigación del diario La República desde hace 20 años, ha sido atacado nuevamente por los voceros del imperio mafioso que pretendió levantarse en vilo a la Nación peruana en la década de los 90s.
El más virulento (en tiempos de la flu porcina) ha sido el relacionista público de la mafia, Carlos Raffo. Hace unos días, vía Radio CPN, se atrevió a lanzar improperios contra el principal investigador de los gastos estudiantiles de los 4 hijos del dictador Fujimori.
Páez, en sendos informes de investigación, ha demostrado (tal como ha concluido la Contraloría en investigación propia) que la inversión en estudios, viajes, estadías, pensiones y demás colaterales de los vástagos de Fujimori sobrepasan el millón de dólares. ¿De dónde pecata mea?, se preguntan los más enterados de la supuesta austeridad de la que hacía gala el condenado para enmascarar sus tropelías.
Ángel Páez, tal como lo reseña Juan Sheput en su blog, es un periodista de los que hay pocos. Ha afrontado siempre con responsabilidad sus investigaciones. Pese a las amenazas, que muchas veces intentaron torcerle la pluma, se ha mantenido erguido e incorruptible.
El investigador, el de los más altos contactos y fuentes, no sólo ha recibido amenazas de bandidos con uniforme y de mafiosos de cuello y corbata.
A finales de la década de los 80s, cuando Sendero atacaba con furor y vesanía, fue uno de sus más ácidos críticos. Según él mismo lo admite, lo tenían “en la mira”. El cerco criminal que ejercieron en su contra anduvo tan cercano que hasta él mismo lo pudo divisar, pero aún así, su coraje pudo más y, años después, fue hidalgo en reconocer que contra sus enemigos de muerte se practicó un genocidio selectivo en el penal de Canto Grande que la Corte Interamericana de DD.HH se encargó de sancionar.
Como diría alguien, es un periodista de pura cepa. También es un melómano incorregible y su único defecto es prestar sus discos a quien no se lo va a devolver. Transita en la música desde el rock puro hasta el tango, pasando por los Klazz Brothers, su apasionada música cubana, hasta los inspiradores aires del jazz.
Pese a lo trascendente de sus investigaciones y los riesgos que le acarrean, anda sin seguridad pero ha aprendido a desdibujar sus rutinas y a protegerse con instinto felino. Ese es el peso que tiene que cargar en sus hombros un periodista que suele chocar con intereses y mafias.

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