sábado, 26 de enero de 2013


Emboscados por el destino: Hace 30 años asesinaron a 8 periodistas peruanos y la herida sigue aun abierta


26 de enero de 2013

Como declama el titular, hace exactamente 30 años, un oscuro 26 de enero de 1983, ocho periodistas y dos guias, entre los que se encontraban enviados especiales y corresponsales ayacuchanos, fueron emboscados y muertos por comuneros iquichanos que presumían que las víctimas conformaban una columna de subversivos que venían a pedirles cuenta por refriegas anteriores en donde habían eliminado a uno de los jefes senderistas de la zona. Todo se confabuló para que se produjera la tragedia. Hubo alcohol, suspicacia al extremo alentada por la consigna de jefes militares que ordenaba a los campesinos a rechazar a todo foráneo que se acercara a sus comunidades. Justo ese día y la noche anterior los pobladores de Uchuraccay y poblados menores circundantes se habían trenzado en  discusiones para definir una estrategia de seguridad para enfrentar a las huestes de Sendero que pretendían controlar ese corredor serrano. La asamblea fue dirigida por un misterioso Fortunato Gavilán que nunca fue plenamente identificado. Se enfrascaron en largas discusiones y finalmente acordaron rechazar a todo extraño que se asomara por sus predios. Al final de intensos debates comieron y luego tomaron harto alcohol. En la tarde, trepando la colina, fueron divisados los periodistas, quienes eran guiados por alguien que uno de los comuneros identificó como "cumpa" o senderista. Esa fue la circunstancia mas desgraciada que antecedió a la orgía de desencuentros, presunciones y suspicacias que devino en un baño de sangre contra ocho inocentes que buscaban la verdad en ese calvario de sucesos que empezaba a azotar a la población ayacuchana. Recordemos que los hechos se dieron a inicios de 1983, justamente la época en que la subversión estaba abocada a ganar militantes y bases de apoyo , a las buenas, y principalmente a las malas.

Luego, devino una serie de sucesos que apocaron la persecución de la verdad: hubo una Comisión presidida por el escritor Mario Vargas Llosa que fue inyectada injustamente de sombras como la de su parcialidad e, incluso, en el fragor de la búsqueda para esclarecer la tragedia, se pretendió culpar de la matanza a periodistas de la revistas Caretas quienes habían accedido a un helicóptero para llegar a la zona días después del asesinato masivo de periodistas. Toda una vorágine de presunciones, intrigas, celos y ánimos inculpatorios que alejaron aun más los atisbos de llegar a la verdad de lo sucedido.

En lo personal, me tocó hondamente. Porque uno de los victimados era bausatino, igual que yo. En aquella vez apenas iniciaba mis estudios de periodismo cuando se produjo la tragedia  Ello me hizo definir por una carrera que veía como un pasatiempo o un trampolín para otra. Conocí a la madre del periodista del diario El Observador, Jorge Luis Mendivil. La entrevisté, perseguí sus afanes de esclarecer los hechos. Ví como se le fueron cerrando todas las puertas de la Justicia. Luego la acompañé cuando el juicio fue traído a Lima. Estuve en todas las diligencias.

Tuve frente a frente al principal acusado de instigar la muerte de mis colegas. El Gral EP Clemente Noel salió incólume. El presidente del tribunal que lo juzgó, a él y otros militares y comuneros acusados de perpetrar los hechos, lo absolvió de toda culpa. Solo fueron encontrados culpables tres tristes y desaliñados campesinos, enfermos y acosados por una culpa que nunca supieron desvirtuar. Creo que lo que se produjo en ese remedo de juicio fue una emboscada contra los más débiles para sacar del proceso a los responsables políticos de la matanza. Claro, que objetivamente, nunca se mostraron pruebas que inculparan seriamente a los militares de la zona.

Las hagallas de un verdadero periodista
Willy Retto es el autor de las mas impresionantes imágenes que hayan espectado mis ojos. Tuvo la frialdad, quizá la rabia, de retratar a sus asesinos en el momento justo cuando los periodistas eran interceptados y acusados de ser "senderistas". Creo que sintió el momento como una sentencia. Sabía que no se venía nada bueno y que su destino estaba sellado. Era su presagio y pretendió dejar un testimonio de lo que él sabia hacer, solo que esta vez capturó la noticia de su muerte.Y valla que lo plasmó para la historia. Aquella vez fue su ultima cobertura periodística,  su ultima cita con la noticia, la de su injusto asesinato al lado de sus compañeros de desventura.


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