Ella, muy entusiasmada por la pronta llegada del cumpleañero (su esposo), se menea en su silla entonando el tema que más identifica su unión. Se inspira, mientras va recordando el tema. Su romanticismo se acrecienta y decide plasmar ese cántico en una cámara de video para después mostrárselo como una sorpresa.
El día va llegando a su ocaso, enciende la filmadora, prende el foco central que ilumina toda la sala y prosigue tarareando el blues que tantas añoranzas le trae. En eso, como si un ímpetu superior la empujara, decide levantarse del asiento y contoneando su abundante anatomía se dirige a la puerta de ingreso de la sala y con más vehemencia entona su canción.
Toma sus precausiones.Ya lo tiene pensado. Se saca las medias resbaladizas y coloca en sus pies unas sandalias más seguras.
A estas alturas la sangre ya le hierve y su emoción la hace subirse en la mesa de centro.....No debió levantarse de su asiento. No debió.
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