jueves, 30 de septiembre de 2010


La Izquierda democrática


LO QUE SIGNIFICA LA OPCIÓN SUSANA VILLARÁN
Por: Henry Pease *
Jueves 30 de Setiembre del 2010
Nos acercamos al final de la campaña municipal con varias lecciones. La primera tiene que ver con la corrupción y la decencia en política. Álex Kouri tuvo la osadía de aspirar al gobierno de Lima tras el escándalo de sus ‘vladivideos’ corruptos y el peaje chalaco en una obra muy discutible; Lourdes Flores le salió al frente con valentía y decisión. Pero Kouri persistió en errores ética y políticamente enormes. Trató de engañar confundiendo domicilio legal con vecindad y para colmo se inscribió desde un partido inexistente, simple franquicia para ofrecerse como vientre de alquiler. El JNE lo sacó de la carrera, pero cuando lo hizo Lourdes ya lo aventajaba en las encuestas. Más de un analista enfatizó que la correcta decisión del jurado lo libró de la derrota, pero no lo libró de la crítica ética y democrática.
La coyuntura cambió y se volvió contra Lourdes no solo porque no tuvo un discurso distinto a tiempo sino porque le saltó a la cara el Caso Cataño. Seamos claros, nadie ha acusado de corrupción a Lourdes pero los servicios profesionales de un político tienen más limitaciones que los de los demás abogados. Eso se ha usado y le hizo daño, pero tampoco sirvió a Lourdes unirse al coro macartista contra Susana Villarán, porque la sepultó en su nicho de votos propios y perdió la intención de voto que ganó al posicionarse contra Kouri.
En esa misma coyuntura se posicionó Susana. Tuvo la capacidad política para torear la campaña y subir. No está dicha la última palabra pero ya se pueden ver más fortalezas que debilidades. Ella representa una apuesta de izquierda democrática y su partido es una agrupación que expresa una nueva generación, que no tiene las limitaciones ni los prejuicios de etapas anteriores que no vivieron la mayoría de sus integrantes. Su mensaje tiene la frescura de la personalidad de Susana y la modernidad que le aportan profesionales bien capacitados, con experiencia técnica y de gobierno. Ministra de la Mujer con Valentín Paniagua y Javier Pérez de Cuéllar, exhibe estas credenciales democráticas y el orgullo de haber sido integrante del gobierno que abrió la lucha contra la corrupción fujimorista y dejó una huella de honorabilidad y transparencia ejemplar.
La campaña macartista de algunos medios se estrelló con decisiones rápidas de Susana para corregir lo poco que había que corregir –sacar al candidato a regidor denunciado de violentista casi en el acto, a pesar de que con el puesto 39 no iba a salir elegido–, y respondió con iniciativa cada agresión. La guerra sucia siguió desde varios lados y afectó a Lourdes con el ‘chuponeo’ telefónico, pero no ha logrado sus objetivos. El papelón de Pedro Pablo Kuczynski debiera enseñar a nuestra derecha lo que los liberales siempre comprendieron: no vale excluir al otro ni jugar al cuco. Todo régimen democrático gana si tiene una izquierda democrática y moderna. Eso es lo que representa Susana Villarán y sus alianzas, que tanto levantan sus adversarios, son eso: alianzas y no definen con su cuota de poder el rumbo de Fuerza Social.
Ha crecido el número de ciudadanos que rechaza la corrupción, y quienes aspiren a ejercer cargos públicos deben ser más prolijos porque serán escrutados. Lo que sí es urgente es un pacto contra el ‘chuponeo’, que debe incluir a los medios o tendremos que comunicarnos en morse o algún lenguaje críptico.
Dos mujeres valiosas son las protagonistas. No son caudillos ni su equivalente femenino. Estamos avanzando en democracia.
[*] Ex presidente del Congreso

Susana y Fuerza Social


30 de septiembre de 2010

He acompañado el surgimiento de Fuerza Social (FS) y su antecesor, el Partido por la Democracia Social (PDS), desde sus inicios. Como testigo privilegiado he visto el enorme esfuerzo que ha representado construir un partido innovador, comprometido con la democracia y la descentralización, la gestión pública eficiente y honesta, la solidaridad y la justicia social, los jóvenes y la equidad de género, el buen funcionamiento del libre mercado y la protección del medio ambiente, la diversidad cultural y la igualdad de oportunidades. El Ideario de Fuerza Social resume este nuevo enfoque, y más de un decenio de práctica política demuestra que los miembros de este partido hemos sido fieles a él. 

Susana Villarán representa la renovación de la política en nuestro país. Sus valores y trayectoria, su sinceridad y apertura, su compromiso y experiencia, así como su ecuanimidad ante vitriólicos ataques, demuestran lo que debe ser un político a carta cabal. Susana ha sido acusada de ser caballo de Troya de una izquierda radical, de amenazar la estabilidad económica y de ser una improvisada sin equipo —todo sin fundamento y fuera de la realidad, que debemos rechazar.

Fuerza Social ha hecho un cristalino deslinde con la violencia y la subversión, tanto en sus planteamientos como en la práctica cotidiana. En numerosas reuniones partidarias se ha rechazado tajantemente las posiciones extremistas y radicales. La política de alianzas y apertura a otras tiendas políticas está predicada en el respeto al estado de derecho, las normas democráticas y el rechazo a la violencia en todas sus formas. Nuestros dirigentes tienen esto muy claro. Como dice nuestro ideario, no vamos a “hipotecar las decisiones gubernamentales y las políticas públicas a intereses particulares, ni ceder ante las presiones de quienes detentan el poder económico o recurren a la violencia para imponer sus puntos de vista y distorsionar la voluntad popular”.

Fuerza Social apuesta por la economía de mercado y la estabilidad macroeconómica. Esto se recoge en nuestro Ideario: “el mercado ha demostrado ser un mecanismo eficiente para asignar recursos y promover el crecimiento, por lo que debe jugar el papel central en la vida económica de nuestro país. Sin embargo, éste no puede funcionar adecuadamente sin una infraestructura jurídica y de regulación clara e imparcial, que garantice la libre iniciativa y corrija las fallas del mercado”. Creemos en la economía de mercado, pero también en que la regulación eficaz y la participación activa de gremios empresariales, sindicatos de trabajadores y organizaciones de la sociedad civil es necesaria para el buen funcionamiento del mercado.

Fuerza Social agrupa a profesionales y técnicos, dirigentes de base y activistas comunitarios, empresarios y emprendedores, amas de casa y jóvenes entusiastas, entre muchos otros grupos sociales, que comparten la aspiración de renovar la política y avanzar hacia el bienestar y la prosperidad para todos. Esto nos diferencia de otros partidos, en particular aquel en que uno de sus fundadores decía que “los técnicos se alquilan”. La experiencia acumulada en cargos públicos, empresas privadas, centros de investigación, instituciones académicas, organizaciones de la sociedad civil y entidades internacionales hace del equipo de Fuerza Social un grupo cohesionado y coherente, abierto a nuevas ideas y dispuesto a estimular el debate interno, capaz de hacer una gestión pública eficiente, eficaz y honesta.

Los ataques que recibe fuerza social provienen de personas que no nos conocen, defienden las maneras tradicionales de hacer política, o de los “nuevos tontos útiles” (en especial los mediáticos), cuyas críticas estridentes han terminado haciendo que Susana Villarán sea más conocida y apreciada. (Francisco Sagasti*)

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* El autor, consultor internacional en Ciencia y Tecnología, pertenece al partido Fuerza Social y participó en la elaboración de su plan de gobierno.

Susana Villarán ¿La Reina de las mentiras?



Según el diario Correo TAMBIÉN SE OPUSO A LOS HOSPITALES DE LA SOLIDARIDAD Y LA LÍNEA AMARILLA Y LUEGO SE RETRACTÓ.


Correo
30 de septiembre de 2010


La contradicción es su divisa. Si algo ha quedado claro en esta campaña electoral es que la candidata de Fuerza Social, Susana Villarán, ha enarbolado con entusiasmo y persistencia las banderas de la inconsecuencia programática, la propuesta mutante y el "no dije lo que dije".

Y es que sus marchas y contramarchas en temas como la legalización de las drogas, la integración de los Hospitales de la Solidaridad al Ministerio de Salud (Minsa), los impuestos a los autos antiguos y el metro para Lima han desnudado sin pudor la inconsistencia de su proyecto político.

Vayamos por partes. El 22 de julio pasado, cuando su candidatura aún no despegaba, Villarán acudió al programa Enemigos Públicos, en donde confesó que en su juventud consumió marihuana.

Pero la cosa no quedó ahí. Acto seguido, sostuvo que la guerra contra las drogas no se gana ni con represión ni con cultivos alternativos y que la única manera de luchar de manera frontal contra el narcotráfico es legalizando las drogas.

Al ser consultada sobre si se debe legalizar la marihuana y la cocaína, Villarán respondió enfática: "Todo, todo, todo. Debería venderse en farmacias con control de calidad, con un precio accesible, pero con una inmensa campaña contra las drogas".

Sin embargo, hace dos semanas, durante su participación en el CADE de emprendedores, Villarán se defendió de los cuestionamientos señalando que la legalización de las drogas no es un tema de competencia municipal y que no figura en su plan de gobierno. "Pueden revisar de arriba abajo mi plan de gobierno y no van a encontrar nada al respecto", indicó.

HOSPITALES SOLIDARIOS. Días después, el 21 de setiembre, Villarán acudió a RPP y lanzó una de sus propuestas más polémicas: integrar los Hospitales de la Solidaridad al Ministerio de Salud.

"Nosotros queremos integrar eso (los Hospitales de la Solidaridad) en una sola red de servicios con el Minsa. Asegurar la calidad, que las personas puedan tener una historia clínica", afirmó en aquella oportunidad.

Sin embargo, ante la andanada de cuestionamientos que advertían que esto en la práctica implicaba la desaparición de uno de los programas más exitosos de la actual gestión municipal, la candidata de Fuerza Social otra vez retrocedió.

Al día siguiente "aclaró" que una eventual gestión suya no va a transferir los hospitales solidarios a la administración del Minsa y precisó que su intención es mejorar este sistema mediante la integración del "aspecto específico de las historias clínicas al sistema de salud público".

MÁS IMPUESTOS. El mismo 21 de setiembre, en la misma emisora, la candidata de Fuerza Social planteó otra de sus perlas: crear un impuesto a los vehículos usados por contaminar el medio ambiente. "Nosotros sí vamos a pelear por que los carros nuevos no paguen impuestos y los carros antiguos paguen impuestos más altos, como en Canadá, porque contaminan muchísimo más y afectan nuestra salud. Es decir, al revés de lo que actualmente ocurre", sostuvo.

Al día siguiente se desdijo nuevamente y recurrió una vez más al subterfugio de señalar que un alcalde no tiene competencia para proponer la creación de impuestos.

NO AL METRO. Durante su presentación en el programa El Francotirador el 19 de agosto pasado, Villarán prácticamente ninguneó el metro y explicó que su plan de transporte para Lima apuesta por un sistema integrado que disminuirá de 580 a 300 las rutas existentes.

"Lima necesita extenderse, y eso lo vamos a lograr con el sistema integrado y una autoridad exclusiva para el transporte en la municipalidad. Nada haremos poniendo rayitas, metros y esas cosas", subrayó.

En el mismo sentido, el candidato de FS a teniente alcalde, Eduardo Zegarra, expresó hace sólo tres días que "Lima no requiere de un metro". Sin embargo, durante el debate, Villarán aseguró que el plan de Fuerza Social "no se opone a los grandes proyectos", como el del metro para Lima, sino que se dará prioridad al reordenamiento del transporte público.

LAS PROPIEDADES. El viernes 24 de setiembre, un diario local denunció que Villarán no declaró en la hoja de vida que presentó ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) un total de 14 propiedades (que conforman el Centro Comercial El Suche).

La candidata no sólo recurrió a su manoseado recurso de denunciar una supuesta guerra sucia en su contra, sino que además aseguró repetidas veces que no tenía ninguna propiedad.

Pues bien, desde el día de la denuncia hasta el martes último Villarán ha dado diferentes versiones al respecto. El domingo pasado, en el programa Cuarto Poder, explicó que los 14 locales son una herencia de sus padres y que les pertenecían a los siete hermanos Villarán y a una sobrina.

Sostuvo que si no declaró esas propiedades fue porque no sabía que el proceso para individualizar los locales ya había terminado.

El martes, luego de conocerse los documentos presentados por su rival, la candidata pepecista Lourdes Flores, Villarán se vio obligada a cambiar su versión. Explicó que en el 2005 sacó un préstamo hipotecario y compró tres de las tiendas.

LÍNEA AMARILLA. En mayo de este año, Villarán se comprometió "a suspender las licitaciones de la Línea Amarilla" y de la Ordenanza Municipal 1020 ante los pobladores de la Asociación Vecinal Central de la Margen Izquierda del Río Rímac, en el Cercado.

Allí incitó a los pobladores a protestar en contra de la Municipalidad de Lima y les aseguró que se expropiarían sus viviendas.

No obstante, su candidato a regidor, actualmente concejal de la Municipalidad de Lima, Rafael García Melgar, fue quien firmó el acta de concejo que ordenaba ejecutar el proyecto.

¿Y el Partido Comunista? Aparentes falsedades y contradicciones de la lideresa de Fuerza Social (FS), Susana Villarán, siguen apareciendo. Según denunció el legislador del PPC-UN Juan Carlos Eguren -documentos en mano-, Villarán omitió colocar en su hoja de vida su antigua militancia en el Partido Comunista Revolucionario (PCR), que data de entre los años 1977 y 1979.

Según la declaración jurada de vida que Villarán presentó cuando postuló en el 2006, el PCR fue su primera agrupación política. Hoy ni la web de Infogob ni votoinformado.pe registran la militancia de Villarán en ese grupo recalcitrante.

Ni su padre se salva. Susana Villarán aseguró en el debate que su padre, Fernando Villarán Duany, proviene de raíces humildes y que había terminado sus estudios en el turno nocturno del Colegio Estatal Guadalupe. Sin embargo, según la bitácora del costosísimo Colegio Compañía de Jesús Asia-Inmaculada, Villarán Duany formó parte de la Promoción 1932 y terminó su secundaria a los 17 años. Esto puede confirmarse en el árbol genealógico de la familia.


MÁS:
Un pasaje de contradicciones - El Comercio 29 de septiembre de 2010

miércoles, 29 de septiembre de 2010


Villarán y las carencias de la izquierda peruana


El sociólogo Carlos Meléndez del blog El Jorobado de Notre Dame, escribió hace dos años un interesante estudio sobre las taras históricas que ha envilecido a la Izquierda peruana. El artículo completo salió publicado en el número 171 de la revista QuéHacer con el título "Muchachito del ayer", causando todo un revuelo entre la intelectualidad limeña que vió expuesta al escudriño "de las masas" sus  demonios y abofeteadas tesis que solo han traído atraso y dolor entre quienes dicen representar.
En el marco de la actual contienda electoral, plagada de himnos al poto y de digitadas campañas de demolición, cabe refrescar la memoria de los electores con análisis e información que los ayude a tomar una decisión atinada sobre quien dirigirá el futuro de su comunidad.
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Muchachito del ayer (o en qué se equivoca la izquierda en el Perú)
Por Carlos Meléndez*Revista QuehacerOctubre de 2008
La izquierda fracasó en el Perú. Solo durante la década de 1980 estuvo cercana al éxito electoral que le hubiese permitido acceder al gobierno. Fue un proyecto trunco que terminó devorado por las disputas internas de un frente lo suficientemente amplio como para traicionar sus propias convicciones pluralistas, y por un elitismo que lo alejó de lo que con pretensión llamaban sus bases. La constatación de las razones del fracaso es una tarea digna de los abundantes y reiterativos balances y talleres de izquierda, y no es el propósito de este artículo. 
Pero sí debe ser el punto de partida para cualquier reflexión sobre el futuro de esta tendencia política en el país. Se debe partir por el sinceramiento, antes que por un equivocado orgullo que no permite reconocer los errores del pasado. Lo que es peor aún es la insistencia en las mismas fallas mirando hacia adelante. El propósito de este artículo es contrastar precisamente el congelamiento de las ideas y el «calentamiento» de una realidad que ha cambiado, y que contradice e inutiliza muchos de los contumaces planteamientos de lo que condescendientemente podemos llamar la «izquierda peruana». ¿Cuáles son las propuestas que permanecen en el tiempo y no se adecúan a una realidad cambiante? ¿Qué es lo que tanto cambió en la práctica y que no consigue registrarse en la carta de navegación del progresismo peruano? Precisamente, esta incongruencia hace que la izquierda en el Perú sea una suerte de muchachito del ayer, una canción pasada de moda que solo vuelve a sonar en la «Hora del lonchecito» de una radio que apela al recuerdo; es un clásico cursi de la era del LP que solo los nostálgicos (o los especialistas) recuerdan. Mientras el mundo sigue girando bajo nuevos cánones y ritmos, el muchachito del ayer de la izquierda en el Perú conduce su auto oyendo esa vieja canción en radio Felicidad, mientras alrededor lo asfixian las combis y el reggaetón.

Reo contumaz del pasado
El muchachito del ayer (léase la izquierda en el Perú) es un prisionero de su pasado. Insiste tercamente en teoremas que han demostrado su falsedad absoluta, pero no los abandona por aferrarse a sus seguridades primarias. Ha convertido su ideología en un manual, en un checklist, y sus movimientos son la mera repetición de rutinas ensayadas una y otra vez. En seguida  presentamos algunas permanencias en el pensamiento progresista que se resisten a cambiar, aunque pasen los años.

«Las masas no se representan, participan»
El muchachito del ayer no ve individuos, ve masas. Cualquier tipo de acción colectiva es interpretada rápidamente como la génesis de una revolución. Una reunión tipo taller de presupuesto participativo, cabildo abierto, rendición de cuentas, etcétera, por más que junte a menos del 1% de la población respectiva, es leída como un paso más hacia «la dictadura del proletariado». (¿Desde cuándo la revolución se hizo con plumones y papelógrafos?, me pregunto). Ha perdido la habilidad del cálculo y ha sufrido la disminución exponencial de su público, que alguna vez abarrotaba la plaza San Martín y ahora cae con cuentagotas en los talleres de ciudadanía que organiza. Sin embargo, aún sostiene la tesis de la multitud, mientras el promotor de ONG se desespera por los «líderes sociales» que no llegan a la convocatoria.

«La política antipartido desde el sector no gubernamental»
Como corolario de lo anterior, el muchachito del ayer ha desarrollado una ética antipartido. No cree más en estructuras orgánicas, en bases, en militancia (le costó asimilar la ecuación «un militante, un voto»). Su práctica política es más comodona: reuniones para discutir sobre la coyuntura en la ONG respectiva, entrevistas-publicherrys en los medios de comunicación cercanos, boletines financiados por la cooperación internacional (gratis con La República), y que, en teoría, deberían tener un impacto en la opinión pública (una mano en el pecho: ha visto alguna vez a un taxista con su boletín de IDL… no pues, el que te hace el taxi al aeropuerto no vale). Con un par de llamadas al amigo columnista se sienten que están en medio de la vorágine política, viven con la emoción de una final de fútbol sucesos donde se juegan la vida (o acaso el sueldo) como pueden ser: el juicio a Fujimori, una votación en el Congreso, el nombramiento de un miembro del Tribunal Constitucional, o sea, el ombliguismo extremo. Todo ello bajo la justificación y la autoridad que le da «ser miembro de la sociedad civil».

La ONG resulta en muchos casos una vía para hacer política, aquella imposible luego de no haber alcanzado juntar las firmas necesarias, ni establecer los comités partidarios, ni ponerse de acuerdo con los frentes regionales («qué se han creído estos provincianos», líder de izquierda dixit), ni ponerse de acuerdo para sumar el 1%. Por eso la «sociedad civil» resulta bacán, el lugar más seguro para decir que «Fujimori es un dictador» o que «García está equivocado» (para el muchachito del ayer, nada que se haga fuera del sector no gubernamental está bien), pero su voz no tiene la legitimidad de las elecciones sino de un proyecto de desarrollo realizado con los instrumentos de la planificación estratégica.

La obsesión por la pobreza (y la evasión de la economía)
El muchachito del ayer es tan noble como una lechuga. No le importan los ricos, le importan los pobres. Es finalmente su objetivo último, su máxima inspiración. Entiéndase por pobres, eso sí, todo aquello que es marginal, que es «el otro»: «sectores populares», «indígenas», «población por debajo de la línea de pobreza», «sectores menos favorecidos», «los sin voz» (esa es mi favorita). Como «el otro» es manco, el muchachito del ayer justifica su vida en tratar de ser quien vele por el desvalido, quien saque pecho por él. Organiza convenciones, talleres, simposios, reflexiones interdisciplinarias para discutir el tema de la pobreza (en hoteles cinco estrellas). Pone en la agenda el tema de la desigualdad, de la redistribución, del chorreo… parecería que el crecimiento económico le incomodara, porque si no hay pobres, no hay chamba, ¿no?

Décadas dedicadas a la agenda de la pobreza, que ya los pobres no le creen al muchachito del ayer. O porque la agenda de un país no se basa solamente en la lucha contra la pobreza. Por eso es que ha perdido ubicación y da paso a que, por ejemplo, los sectores que alguna vez fueron su base terminen votando por Unidad Nacional. No comprende por qué Castañeda tiene tanta popularidad. Por qué no gana una elección ni en San Bartolo si es tan buena gente. Por qué a pesar de tanto conflicto social, la gente prefiere a Toledo que a Susana. Cree absurdamente que el pueblo no lo entiende, cuando es al revés.
Y no basta con decir que va a promover la inversión privada para mostrarse algo más moderado (leáse Yehude). El muchachito del ayer se especializó en un asistencialismo oenegero, se concentró en el enfoque de las capacidades (mucho Amartya Sen en las clases de economía) y solo tocó la agenda del desarrollo económico para decir que «otro mundo es posible», sin plantear un modelo alternativo serio (no basta con decir redistribución). La palabra «empresa» le es ajena, salvo que se refiera a microcréditos de organizaciones de mujeres o de paraditas del Cono Norte. Ha cambiado el capital por el «capital social», traicionando al viejo Marx.

«El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos…» (no me gusta la trova, es solo para que me entiendas)
La insistencia en los enunciados expuestos lo ha llevado por rutas distintas a las que se imaginaba. Quiso ir a Villa El Salvador y llegó a Miraflores, buscó la alianza entre el proletariado y el intelectual orgánico y creó al caviar, cambió el partido por la ONG, a Barrantes por Humala; ya no lee el Manifiesto Comunista, sino el blog de Susana.

De VES al Jazz Zone
Villa El Salvador fue el emblema izquierdoso de la autogestión, del desarrollo urbano alternativo, de la participación ciudadana, del empuje microempresarial. Tuvo héroes propios, fue el sueño hecho realidad del muchachito del ayer, aunque después de todo un espejismo. Azcueta acabó siendo el remedo de sus mejores años presentándose interminablemente a elecciones que perdería; sus seguidores terminaron yendo a Unidad Nacional y/o al fujimorismo; miembros de la familia Moyano ahora defienden a Fujimori; y Lourdes Flores gana las elecciones en ese distrito.

El distrito limeño donde mayor votación porcentual sacó la izquierda en las elecciones presidenciales del 2006 fue el pituco Miraflores. El Jazz Zone, asociado a la familia Villarán, ha terminado siendo el centro de operaciones del muchachito del ayer. En veinte años no es que la izquierda haya cambiado de público objetivo, sino que objetivamente su público cambió. Su ausencia de las zonas populares evidencia aún más su elitismo, su política de vecindario miraflorino, que no sabe cómo hablarle a lo que denomina «ciudadano de a pie» (término que me resulta despectivo, sinceramente).

Del intelectual orgánico al «caviar»
En realidad el elitismo no es problema alguno, si este tiene una capacidad de vinculación y dirección de un proyecto político. El muchachito del ayer, heredero de las lecturas de Gramsci, apeló ciegamente a la figura del intelectual orgánico, aquel militante político con un pie en las lecturas marxistas y el otro en el proletariado, el articulador, el vínculo, la bisagra entre la teoría y la práctica, a cuya imagen muchos de nuestros conocidos dejaron las aulas universitarias (es por ello que recién andan sacando maestrías y doctorados) y se entregaron a la vida de los sindicatos pesqueros en Chimbote, a las minas altoandinas de Cusco, empuñaron sus armas en silencio creyendo en la «tercera vía» (no la de Giddens, por si acaso) en Puno, se mudaron al monte, al cerro, a Independencia.

Pero el sindicalista se cansó de esperar y regresó y se convirtió en columnista, el ex guerrillero se sintió estafado por sus camaradas que en Lima esperaban la revolución sentados en el Congreso y ahora son expertos en materia de seguridad; algunos encontraron un modus vivendi en las provincias, ya sea como asesores eternos de gestiones públicas o promotores resignados de ONG. El intelectual orgánico desapareció, se esfumó y quizá ahora solo vive en las lecturas de las nuevas generaciones que aún se emocionan al escuchar Maza de Silvio Rodríguez.

Precisamente al desconectarse de las «masas», y mantener el estatus intelectual, se produce la figura del izquierdoso elitista, limeño, que apela a valores progresistas e igualitarios, habla por quiénes quisiera representar y no representa porque vive alejado de ellos, porque no puede, lo cual lo lleva a la vorágine del círculo vicioso en el que solo existen los que se parecen a él. El polémicamente llamado «caviar» es la consecuencia del intelectual orgánico que no cumple su función articuladora, el recluido en las lecturas que no sabe cómo salir de ellas, el que ha perdido el diccionario que traduce el pensamiento progresista al lenguaje cotidiano. Es la soledad del que no ha sido invitado a la fiesta que todos van.

De Barrantes a Humala
El muchachito del ayer no ha podido exorcizar al fantasma de Barrantes, porque fue precisamente el que más réditos le dio (y al que menos quiso). Barrantes traicionaba los valores fundamentales del izquierdoso zanahoria, de acuerdo con sus detractores: autoritario, politiquero, pragmático, racional. Sin embargo, tuvo algo que nadie más ha tenido en la izquierda: arrastre popular. Voz pausada pero cachosa, iba por la vida con la humildad de un droopy en su escarabajo, el abogado pequeño, cercano, sin pretensiones ni en el apellido ni en el color de piel. Es hasta ahora insuperable electoralmente. Mucha gente votó por la izquierda (en serio, hermano, te cuento lo que pasó en mi barrio) porque simplemente confiaba en él. ¡Cuán lejanos aparecen Yehude, Huaroc, Diez Canseco, Francke…! El carisma y la llegada no se consiguen en cafés ni en cócteles.

Precisamente, ese es un factor que no termina de asimilar el muchachito del ayer. Utilizando la metodología de los estudios culturales (un testimonio explica una teoría), ejemplificaré este argumento: en el año 2006, un ex dirigente intermedio de izquierda de un «pueblo joven» me dijo que no estaba ni en el PDS ni en PS por dos motivos: i) porque son unos «malagradecidos», ii) porque la gente nunca votará por ellos. A la segunda razón —que es la que quiero tocar en este acápite— le pregunté por qué y me dijo porque «simplemente ninguno tiene apellido peruano» (sic). Un claro «contigo a la distancia» que no comprende el muchachito del ayer y se engaña pensando que porque aún tiene comadres en San Juan de Lurigancho, seguirán votando por él.

El muchachito del ayer no interpreta el factor liderazgo dentro de su propuesta política. Por eso le cuesta comprender, a pesar de encuestas y grupos focales, que la gente vota por caracteres fuertes, queramos o no. No por aquel que viene con discurso deliberativo, ni con propuestas de «manos blancas» o de «rostro humano», sino que inspire orden y autoridad, como fue el caso de un advenedizo Ollanta Humala. Quizá solo aquellos que lo siguieron (y fueron criticados por eso) son los que menos equivocados están.

Del Manifiesto Comunista al blog de Susana
El muchachito del ayer se ha olvidado de los textos fundamentales, pero sobre todo del estilo de estos. El Manifiesto Comunista era, ante todo, un medio de divulgación, una suerte de comunismo para dummies que se distribuía a las salidas de los complejos industriales para que el obrero comprenda el sentido de la historia, de la lucha de clases y el capitalismo. Era el referente, tanto para la élite intelectual como para el jornalero de ocho horas.

El muchachito del ayer ahora consulta todas las semanas el blog de Susana, las columnas de Javier Diez Canseco y los planteamientos que cada cierto tiempo Pedro Francke hace a través de correos electrónicos. Estos argumentos se convierten en una suerte de catequesis, de oraciones que se tienen que memorizar, pero que siempre se traicionan en los pecados cotidianos. No son análisis, sino buenas intenciones. No traducen los procesos sociales a la cotidianidad, sino se inventan escenarios que no suceden. No le hablan al ciudadano promedio, sino al que el autor quisiera que existiera. Piensan que en el esbozo de unas cuantas ideas (consultadas previamente entre sus amigos) se resuelven los problemas del mundo, cuando estos ni siquiera se abordan.

No eres tú, soy yo: o del problema del indio al indio sin problemas
La reflexión izquierdista en el Perú contemporáneo empezó cuando se planteó «el problema del indio» a inicios del siglo XX. Hoy, diríamos, el indio no tiene problemas. O mejor dicho, los problemas son otros. O más aún: el indio ya no es indio. Sin embargo, no puedo dejar de percibir ese halo paternalista con el que se inició el debate de la izquierda en el Perú:¿Qué hacemos con el indio, qué hacemos con los pobres, qué hacemos con los «otros»? El fantasma que recorre el siglo XX peruano (para la izquierda) no es el comunismo, sino esa subordinación natural, casi esencialista, con la que se cataloga al llamado a ser el protagonista de la Historia: el pueblo. Sin embargo, el pueblo cambió, y mucho, y el muchachito del ayer parece no darse cuenta.

¿Acaso el muchachito del ayer está preparado para hablarle políticamente al mototaxista, al vendedor informal, al trabajador de service para las mineras, al profesor egresado de instituto pedagógico? Si el APRA como opción política parece haberse quedado en el escenario de un país preajuste, el muchachito del ayer no parece haber avanzado más, con el agravante de que ya no existe como opción política. Es que el discurso izquierdista de la preeminencia de los derechos sociales, del desarrollo a partir de las capacidades, de la participación y la deliberación como formas de hacer política, no pertenecen a un país que parece estar más preocupado por otra agenda: el orden, la seguridad, la democracia como sistema, por el crecimiento económico.

El muchachito del ayer es un terco enamorado de un pueblo que no le da bola, que no entiende las canciones de la «Hora del lonchecito», porque seguirá prefiriendo opciones distintas (Fujimori, Toledo, un García derechizado, quizá Kouri o un Castañeda). El muchachito del ayer es buena gente, pero no es su tipo, así de simple. Es un amigo bacán, un «buena gente», pero no apostaría por él. El país no anda in the mood para la izquierda desde hace un buen rato. Y contra la voluntad del pueblo, simplemente no se puede. «No eres tú, muchachito del ayer, soy yo».
Desco / Revista Quehacer Nro. 171 / Jul. – Set. 2008

* Carlos Meléndez estudió sociología en la progresista facultad de sociales de la PUCP, pero desde hace dos años ha pasado al lado oscuro de la ciencia política imperialista, neoliberal y reaccionaria. Hasta hace muy poco, tenía como hobbie escribir en un blog (http://jorobadonotredame.blogspot.com), el cual cambió por dedicarse a la teoría de juegos, al Maximum Likelihood Estimation y a organizar fiestas latinas en el Midwest de los Estados Unidos.

Álvaro (Villarán) Alcalde



Agenda política
Expreso
Por César Campos R.
cesarcamposlima@yahoo.com
Esta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla 29 de septiembre de 2010

El piloto automático utilizado por Susana Villarán en su exhibición pública junto a Lourdes Flores, connota la metáfora del vaso medio lleno o medio vacío. Decimos “exhibición pública” en forma deliberada porque Villarán renunció a toda forma de debate, lo cual esperábamos seguir la tarde del lunes 27. 

Sus estrategas consideraron sin duda que los silencios y las olímpicas elusiones de la candidata de Fuerza Social a los emplazamientos de su oponente, garantizaban el vaso medio lleno por el auspicio de algunas encuestas. ¿Para qué perder el tiempo en una polémica sobre diagnósticos municipales, planes, objetivos, enfoques políticos? ¿Qué necesidad de enfriar el teflón con diez puntos porcentuales de ventaja? “Sigamos fortaleciendo la imagen de la tía buena, regia, liberal y esperanzadora. Nada más”, pareció ser la consigna de esta tienda.
Sin embargo, la presentación Villarán-Flores también ha generado la perspectiva del vaso medio vacío para la primera. Insolvencia para debatir, escasa claridad de algunas ofertas técnicas (patético en el caso del transporte) y también de algunas cuentas personales, sobre todo lo relativo a las propiedades del pasaje El Suche del distrito de Miraflores.
En este último punto, es necesario ser precisos. Como lo insinuó la misma Flores Nano, la mayoría de limeños tiene un alto concepto de Villarán y no la juzgan una mujer deshonesta, ambiciosa del dinero fácil o ganada por una voracidad inmobiliaria semejante a Donald Trump. Lo que sorprende –en el mejor de los casos– es la ingenuidad para desconocer un hecho que de todas maneras gravitaría en su imagen, pues los candidatos son escudriñados al milímetro en cada proceso electoral.
¿Cómo pudo pasar por alto un tema hereditario donde Villarán reconoce ser beneficiaria y que implica firmar minutas y escrituras públicas? ¿De qué forma se descuidó de este asiento registral de tres propiedades a su nombre y el de su todavía esposo? ¿Acaso su contador no le advirtió el requerimiento de pagar el impuesto predial sobre las mismas y con eso quedar advertida de su vínculo con ellas?
Como lo dijo su fletador mediático, Jaime Bayly, Villarán debió responder de inmediato esta imputación de Flores Nano, no esperar 24 horas después para poner en orden lo que parece una negligencia supina. Repito, en el mejor de los casos.
Y si se trata de una negligencia propia, Susana no responde adecuadamente diciendo que debe consultarle el tema a su hermano Álvaro, responsable de administrar las propiedades de El Suche. ¿Qué nos diría, de ser alcaldesa, por una obra mal hecha, una inversión ineficiente, un servicio municipal caído, el incremento del caos vehicular, la debacle de la seguridad ciudadana en Lima?No lo sé. Voy a consultarle a mi hermano Álvaro”. ¿Tal sería su respuesta?
En este caso, mejor hubiera sido que Fuerza Social lanzara a Álvaro Villarán de la Puente como próximo alcalde de nuestra capital.

sábado, 25 de septiembre de 2010


César Hildebrandt: "De cómo PPK me hizo cambiar"

Semanario “Hildebrandt en sus trece
24 de septiembre de 2010
Digitalizado por Muladar News

PPK es a veces una persona abominablemente inteligente. Hace en HD lo que otros hacen con chusquedad. Intriga como si estuviéramos en la vieja Florencia. No mata a puñaladas: envenena vertiendo unas gotas sacadas del compartimento secreto de una sortija. Es un cortesano y un quietista.

Dice PPK que los inversionistas extranjeros se pueden poner inquietos -y de hecho ya nos miran de reojo- si es que “las cosas se mueven en la dirección incorrecta”. O sea, si Susana Villarán gana las elecciones.

Y cita al Barclays Bank diciendo que es el primero que se ha puesto en alerta.

Me extraña que PPK, que es norteamericano de pasaporte, bolsillo y corazón, no sepa que, hace apenas un mes, los piratas financieros del Barclays Bank tuvieron que pagarle al gobierno de los Estados Unidos 298 millones de dólares por realizar transacciones de muchos ceros a la derecha con bancos de Cuba, Irán, Libia y Sudán. ¡Imagínense!

El Departamento de Justicia del gobierno estadounidense hizo la denuncia ante una corte de Nueva York porque comerciar con esos países está prohibido. Y el Barclays Bank hizo todos esos movimientos a través de la bolsa neoyorquina entre los años 1995 al 2006.

“Comercio con el enemigo” fue la acusación principal. Fue en un arreglo no judicial que el Barclays Bank se allanó a pagar los 298 millones de dólares.

¿A quién pretende asustar PPK?

¿Los banqueros especuladores que hicieron del capitalismo una mafia de derivados y de papeles basura están nerviosos porque en la remota Lima una izquierdista aggiornada puede llegar a la alcaldía provincial?

¡No me digan! ¿El Metropolitano se convertirá en el Metro de Moscú? ¿Las madres del vaso de leche levantarán el puño cada mañana? ¿Las escaleras de Castañeda se elevarán hasta el cielo rojo de Mao? ¿Patria Roja izará sus banderas en la Plaza de Armas?

¿Y PPK es el embajador del miedo? ¿Y debemos seguir su flauta como si fuéramos ratones?

No pensaba votar en estas elecciones. Ahora he decidido que sí iré a votar. Y votaré por Susana Villarán, la que, según PPK, desasosiega al Barclays Bank. Me fascina la idea de que la banquería internacional con epicentro en Londres se ponga saltona. Quiero vivir para verlo.

Votaré por Susana Villarán no sólo por sus méritos, sino porque PPK y sus cuyes mediáticos no la quieren.
Y porque me parece repugnante que la derecha quiera aterrorizarnos poniendo a la banca internacional como pretexto.

PPK miente a sabiendas.

Lo hace porque la derecha que él representa -la que viene del contrato Dreyfus, del fugitivo Mariano Ignacio Prado, del cauchero Arana, la madre de todas nuestras derrotas- cree que el Perú es su latifundio y que los peruanos son sus empleados.

Se trata de que nadie discuta nada esencial. Es el fin de la historia en versión de Juan Paredes Castro.

¿Que el modelo no redistribuye?
Eso no se discute.
¿Que nos estamos farreando esta prosperidad?
Eso no se discute.
¿Que los impuestos a las sobreganancias mineras son recomendados hasta por el FMI?
Eso no se discute.

Y cuidadito, peruanos de segunda, si eligen a alguien heterodoxo que haga recordar al barrantismo en olor de multitud.

Porque el Dios de Cipriani -no el que botó a los mercaderes del templo- ha establecido que Fukuyama tenía razón, que la historia ha terminado, que todo lo que venga será un eco redundante y que el libre mercado ha entrado en el santoral.

Ni Bartolomé Herrera se imaginó algo parecido. Ni Riva Agüero. Ni Beltrán.

La derecha que viene de Echenique y sus raterías, la que es hija de la huida y la traición, la nieta de Benavides, ha decidido que nada se puede mover sin que ella y la banca internacional -a veces tan prontuariada como cualquier delincuente- lo autoricen.

Y, claro, votar por la Villarán es desafinar. Porque piensan que la Villarán traerá a Humala. Y Humala es la pezuña del demonio.

Se equivocan. La Villarán lo que puede traer es un poco de aire fresco en esta atmósfera de pedorreos y audios decadentes. Y un poco de fiscalización. Y bastante decencia.

Y lo que puede lograr la Villarán es que Humala se dé cuenta de que el camino de las izquierdas pasa también por los planes concretos, la administración eficaz, las cuentas claras y la simpatía incluyente.

PPK y los suyos no entienden que la izquierda es una opción democrática y que expulsarla del sistema, como quieren sus cuyes, es empujarla al resentimiento y, eventualmente, a la violencia.

En Colombia, los conservadores mataron a tantos liberales que un día un grupo de ellos se fue al campo y no regresó. Hace 45 años que tienen ese cáncer que Uribe quiso curar a bombardeos.

Aquí los PPK no saben que Susana Villarán es lo que en Europa se llamaría una socialdemócrata. Y la socialdemocracia es el moderno centro.

Pero los burros no quieren ni siquiera que nos acerquemos al centro. Quieren la derecha de García, la manga ancha del converso García, las licitaciones del ex aprista García.

Prefieren el enjuague. Y pretenden que su miedo nos paralice.

Que se vayan ya saben dónde.

FUENTE: Hildebrandt en sus trece

Los últimos de la clase

La República
Jue, 23/09/2010 
Por: Hugo Neira


Hubo un momento en que me alegré por el ascenso de Susana Villarán y en este mismo diario aplaudí su estilo de campaña al que llamé “republicano”. Pero, por desgracia, dos sombras se han sumado a su candidatura. Por una parte, la adherencia que lleva, sin necesitarla, con un grupo gremial que hizo y deshizo en la educación de los pobres, dejándolos peor que nunca. Veo difícil que en el poder municipal pueda sacar el cuerpo a esos aliados venidos del Pleistoceno. Son, señora mía, ellos, uno de los grandes males del país. Y no son de izquierda, sino otra argolla más. Por otra parte, y aunque no lo haya buscado, por el provecho publicitario que Ollanta Humala espera sacar de esa simpatía de última hora por la señora Villarán. No, no votaré por ella. No tiene, por ejemplo, la propuesta de un metro.

Y hay un asunto de fondo. ¿Van a municipalizar la educación que se vino por los suelos con esos mismos que la destruyeron? No hace mucho que Nicolás Lynch escribiera no uno sino tres libros de títulos elocuentes, uno se llama, justamente, Los últimos de la clase. Siempre me admiró el coraje intelectual de su autor, por entonces ministro de Educación. Ahora bien, señala a los del maoísmo magisterial como “aliados, adversarios y enemigos de la reforma educativa en el Perú”. Por si acaso, llevan el sello editorial de San Marcos.

 “Reacción conservadora con discurso revolucionario”. Eso y los trucos para perpetuarse en el sindicato están en El pensamiento arcaico en la educación peruana (2004). Pero, ingenuo de mí, creí que la responsabilidad del maoísmo criollo en el desastre educacional quedaba zanjada, pero no. La señora Villarán los resucita. Me pellizco y no me lo creo. Ya andaban medio quebrados por la habilidad del ministro Chang que los había derrotado con evaluaciones y concursos y ahora ¿se les abre las enjoyadas puertas de la educación masiva en la capital? Qué disparate. No se trata de ningunear a nadie, pero ¿una alianza con los que a millones de escolares vuelven “los últimos de la clase” en el ranking de la educación mundial? ¿Con quienes impidieron la modernización de las mentes que tanta falta nos hacen para la modernización de la política? Sin esos “educadores” tendríamos públicos masivamente cultos. Y otro gallo nos cantara.

No votaré por Villarán. No garantiza que la educación mejore sino empeore. Mis reparos son porque me importa la educación de mi país, la popular, por encima de toda otra consideración. No vengo de los grandes colegios privados. No tuve padres ricos. Pero recibí una excelente formación en aulas fiscales cuando los maestros eran normalistas y el Sutep no existía. Aprendí lo que los niños del Perú hoy no aprenden: el gusto por la lectura y la libertad en el pensar. Y la capacidad ética de decir no, que es lo que ahora hago.

Y en nombre de ese mismo origen plebeyo es que no entiendo que ser de izquierda sea aliarse con enemigos de la cultura. Por lo demás, se entiende la simpatía de la clase A y B por Susana Villarán pese a que lleve en su lista a los últimos dogmáticos del planeta. Ellos, los pudientes, envían sus hijos a colegios de paga. Pero en aulas estatales se formó al pueblo, y se lo deformó. Y eso han hecho, acrecentar la ignorancia.

La señora Villarán ha presentado un equipo que no está mal, tecnócratas e independientes. A los del Sutep les da la mano, ya veremos. La ex ministra Helfer los conoce, cuando Fujimori se estuvieron quietitos.

 Villarán pudo trazar la línea sensata que en países vecinos separa socialdemócratas de totalitarios, pero no. En fin, emito esta opinión consciente de que a solo un 33% de ciudadanos le importa el tema; los otros llevan ya a sus hijos a escuelitas privadas que tampoco gozan de calidad. Así, la baraja del voto anda muy mezclada. Si Villarán triunfa, es ella. Nos estamos pareciendo a México, en donde nada es de derecha o de izquierda sino todo lo contrario. Los nuevos lideratos se parecen, como ese significativo tic suyo, de hablar de sí misma en tercera persona, igualito que el comandante Humala.

jueves, 9 de septiembre de 2010


Un Bocón desamoroso con su propio hijo



INDECOPI ha ordenado que los canales comerciales de TV cesen de retransmitir el más reciente spot publicitario del diario deportivo El Bocón. ¿Por qué?, ¿Acaso no existe la libertad de expresión? Veamos las razones.

El ministerio de la Mujer alertó ante el referido organismo que el diario de la boca grande venía difundiendo un spot grotesco en el que se humillaba y desmotivaba de la forma más despiadada a un niño con ansias de ser reconocido en sus logros por su propio padre.

Los “creativos” de la agencia que produjo el comercial ( y los directivos del periódico que la aprobaron) no tuvieron más torpe idea que utilizar la figura de un niño, en plena etapa de desarrollo, expuesto a la sobre exigencia de un padre desamoroso que pareciera gozar al desmerecer los triunfos de su hijo.

Desde el primer segundo del comercial se percibe un retorcido afán de exigir la perfección a un pequeño que requiere la protección y aprobación del ser al que más admira y quiere. Pero, a esta altura, surge una pregunta: ¿En qué diablos se basaron los “creativos” para dar a luz a semejante engendro publicitario? Y la respuesta es cruda y dura: en nuestra inocultable realidad.

Se cuentan por cientos de miles los cabezas de familia que crían a sus hijos utilizando estos métodos, basados en enseñanzas retrógradas, netamente machistas, que dictan que a los hijos varones se les debe tratar con dureza para “prepararlos para la vida”. Y a las mujercitas dejan de brindarles ternura apenas éstas, por su desarrollo, buscan independencia. Simplemente las relegan a ser asistidas y protegidas por su madre.

Y justamente el diario El Bocón llega a éste extracto sociocultural, afincado en normas desfasadas que suelen engendrar ciudadanos disminuidos y con ansias de lograr el reconocimiento que sus padres les negaron cuando niños. De ahí se explican las pandillas.

Una saludable decisión de INDECOPI que debiera velar más seguido por los contenidos ambiguos y distorsionadores que suelen propalarse en los medios masivos. Algunos apuntan que por un simple espíritu de autorregulación éste comercial nunca debió difundirse.