viernes, 23 de noviembre de 2012


El Crimen y la Amnesia


20 de noviembre de 2012
Fuente El Correo de Salem
Escrito por Eduardo González Viaña


En la mitología grecorromana, se supone la existencia del Lethes, el río del olvido. Quienes lo atraviesen, pierden la memoria.
Durante su campaña en España, los romanos lo identificaron con el río Lima. Por ello, en plena guerra, los soldados se negaron a cruzarlo. Por fortuna y para hacer frente al terror de sus subordinados, el centurión Décimo Junio Bruto pasó a nado hasta la otra orilla, y desde allí comenzó a llamar a los soldados, uno a uno, por sus nombres.
Dos acontecimientos políticos podrían hacernos suponer que los peruanos ya hemos perdido la memoria, y nada hay que pueda librarnos de la incurable amnesia.
Ellos son: primero, la noticia de que la Comisión de Gracias Presidenciales del Ministerio de Justicia ha admitido a trámite la solución de indulto presentada por los hijos de Alberto Fujimori a favor del ex dictador. En mérito de su próxima liberación, ya han aparecido en Lima carteles con el rostro del reo y la consigna “Fujimori, presidente 2016”.
La otra manifestación de amnesia son los ajetreos gubernamentales y legislativos para aprobar una llamada “Ley del Negacionismo”. En redundancia con la norma que prohíbe la apología del terrorismo, esta ley está destinada supuestamente a censurar y condenar cualquier expresión oral o escrita que justifique las acciones de los subversivos.
La ley del negacionismo que se cocina ahora no se limita a repetir con demasía la anterior disposición fujimorista. La enriquece. Ahora también será penado “menospreciar, hostilizar u ofender gravemente a un colectivo social.” Esos supuestos subjetivos servirán para impedir cualquier alusión a las decenas de miles de víctimas que sufrieron tortura o muerte por parte de los agentes del estado sin estar involucradas en absoluto con el accionar subversivo.
La ley del negacionismo servirá para justificar un “gobierno duro y fuerte.” Vale decir, para organizar legalmente la censura.
Las obras de César Vallejo, Ciro Alegría, José María Arguedas, Alejandro Romualdo e incluso las de nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa podrían ser “cuidadosamente analizadas” para mutilar o impedir la de edición de todo aquello que “ofenda gravemente a un colectivo social.” El periodista tendrá que temer la reacción del censor que lee por detrás de sus hombros, o del sargento que estudiará con lupa las posibles ofensas.
Los dos acontecimientos políticos, la excarcelación de Fujimori y la ley del Negacionismo parten de un supuesto: que nos hemos olvidado por completo de la sangre vertida en los Andes en una espantosa y étnica guerra sucia cuyas víctimas fueron principalmente quienes no podían defenderse, los ancianos, las mujeres, los hombres y los niños de las aldeas serranas.
Como lo dijo el fiscal Avelino Guillén: ” De forma paralela y simultánea, existía una estrategia clandestina, que era una guerra sucia, que consistía en la eliminación extrajudicial de presuntos subversivos. Los ejecutores de esa guerra sucia, todos, han reconocido que ellos eran un grupo de aniquilamiento de ejecución. Ellos ubicaban, capturaban y eliminaban. Ellos nunca tuvieron un solo detenido.”
Son las víctimas innombrables. Nosotros debemos ponerles rostro.
Me apresuro a citar al poeta español Rafael Alberti, antes de que su lectura quede prohibida en el Perú: “Si los condenas a muerte. Si los matas, ellos serán los seis clavos de tu caja. Mueran o no tú estás ya muerto, muerto ya, en la tapa de tu caja hay seis clavos”.
Cuando se pierde la memoria se pierde el futuro. No al encarcelamiento. No al negacionismo. No crucemos el río del olvido.

miércoles, 14 de noviembre de 2012


Contra la Amnesia Selectiva

08 de noviembre de 2012
Fuente El Blog de Gonzalo Gamio

Escribe Gonzalo Gamio Gehri

El embajador del Perú en Argentina, Nicolás Lynch, acaba de renunciar a su cargo por haber recibido una carta de miembros de MOVADEF, el actual brazo “político” de la organización terrorista Sendero Luminoso. El error cometido ha sido grave y Lynch ha tenido que dejar el cargo. Es cierto que Lynch ha escrito contra Sendero y contra la extrema izquierda instalada en las organizaciones del sector educación, pero ello no anula las razones que ponen de manifiesto su error. La cobertura mediática de este incidente ha sido (literalmente)  extraordinaria. Sin embargo, más allá del escándalo suscitado, la cuestión principal, que las pretensiones de MOVADEF son inaceptables en el nivel político y en el legal – la amnistía que solicitan resulta inadmisible en la perspectiva de la legislación en materia de derechos humanos, pues atenta contra la justicia más elemental – sigue sin ser examinada y discutida con rigor. Y lo mismo puede decirse de su aspiración a incorporarse al ejercicio de la política sin haber abandonado la matriz violentista e integrista de su ideología maoísta. No puede intervenir en la vida política quien no respeta las libertades y los derechos ciudadanos, y considera que el uso de la fuerza constituye un método “legítimo” para hacerse del poder.

Estas circunstancias críticas no se resolverán explotando políticamente estos errores o estigmatizando ideológicamente al ex embajador. No se puede derrotar al MOVADEF si no se libra una batalla política basada en la recuperación de la memoria de los crímenes de Sendero Luminoso. Allí están las evidencias, los testimonios. El Informe Final de la CVR y otras investigaciones han documentado rigurosamente estos hechos. Se trata de una lucha contra la impunidad y contra la amnesia. Resulta lamentable constatar que muchos seguidores de este grupo prosenderista son jóvenes que no tienen conocimiento de lo que vivimos en el país en los años del conflicto (o lo tienen, pero no quieren enfrentar lo sucedido, por interés o desidia).

Los argumentos contra MOVADEF son los mismos argumentos que pueden esgrimirse en contra el pedido de indulto de Fujimori. Se trata de combatir la amnesia ética y política que en ambos casos se pretende imponer a través de la amnistía y del indulto. Tanto los adeptos de Guzmán como los fujimoristas confunden deliberadamente la "reconciliación" con la búsqueda de silencio e impunidad, En este punto coinciden plenamente: no olvidemos que el MOVADEF nace como producto de las negociaciones de Guzmán y Montesinos, con la anuencia de Fujimori. Ambos grupos están interesados en minar las políticas de memoria y reparación. Ambos grupos pretenden usar las reglas y los espacios propios de la democracia para beneficiar a sus líderes y ganar posiciones en nuestro precario escenario político.  Cada uno promueve una lectura autoritaria de la vida pública y basa su propia actividad colectiva en el culto a la personalidad del líder.

 En cuanto al  caso del fujimorismo, resulta claro que la legislación internacional rechaza el indulto como figura legal cuando se trata de delitos contra los derechos humanos. Tampoco procede la figura del indulto humanitario, dado que Fujimori no padece una enfermedad que atraviesa su fase terminal. Su centro de reclusión ad hoc le asegura privilegios – visitas ilimitadas, asistencia médica permanente, diversos ambientes, y un largo etcétera – que difícilmente agravan su situación (la sugerencia de Kenji Fujimori es francamente  delirante e irrisoria).

De tal manera que su situación no justifica un indulto, a menos que el juicio de los médicos vaya en otra dirección basándose en evidencia científica. La opinión pública debe recordar las múltiples ocasiones en las que Fujimori ha intentado huir de la justicia y evadir sus responsabilidades: renuncia por fax, escape al Japón, postular al senado japonés, etc. Y ahora este conato absurdo de petición de perdón con un pintoresco autorretrato y sinuosas líneas de apoyo. Hacer memoria en torno a los crímenes y a las triquiñuelas de Fujimori  nos permitirá no ser condescendientes frente a esta nueva estrategia suya por lograr impunidad. Es curioso que la misma prensa conservadora y los “actores” políticos que se muestran severos con las retorcidas pretensiones de MOVADEF sean los complacientes impulsores de la campaña por el indulto de Fujimori; lo mismo puede decirse de quienes, en el ámbito público, cuestionan  al funcionario renunciante pero  muestran una inocultable simpatía por esta cuestionable solicitud (políticos de otras organizaciones partidarias, empresarios, el cardenal, etc.). Un poco de consistencia no les vendría mal.   

VIERNES, 19 DE SEPTIEMBRE DE 2008

DESMONTANDO UN MITO ABSURDO


Gonzalo Gamio Gehri

Sabemos que uno de los “caballitos de batalla” de los más ‘feroces’ críticos de la CVR (antiguos y nuevos colaboradores de La Razón y Expreso, políticos conservadores, autoridades cercanas al fujimorismo, además de algunos extremistas anti-DDHH que frecuentan la blogósfera, etc.) ha sido la denuncia de un “pronunciado sesgo izquierdista” en el Informe Final, que se pondría de manifiesto – la acusación es francamente delirante y delata una absoluta ignorancia frente al documento – en una actitud condescendiente respecto de los grupos terroristas y bastante blanda con los grupos socialistas que tenían representación parlamentaria en los años del conflicto armado interno. 

Esta imputación no tiene el más mínimo asidero, y se refuta inmediatamente leyendo el Informe. La CVR sostiene que el principal perpetrador de violaciones a los Derechos Humanos fue Sendero Luminoso (54% de los muertos y desaparecidos). Se señala que este grupo desató el conflicto y que, frente a ello, “el Estado tuvo el deber y el derecho de defenderse" (Tomo I, p. 89). Debió asumir esta defensa en el marco del respeto de la legalidad y de los Derechos Humanos: en ciertos períodos y lugares esto no fue así.

En una entrada anterior hemos mostrado – en diálogo con especialistas en el tema – que la CVR ha sido sumamente dura con los grupos de izquierda democrática que no hicieron un claro deslinde con el terrorismo. Hemos defendido la tesis – que se hace especialmente patente en el tomo sobre la reconciliación – que el trasfondo ético-político del Informe de la CVR es el de los principios de la democracia liberal y de la cultura de los Derechos Humanos. Esto es evidente. El cuestionamiento final – igualmente falaz, basado en una absoluta no-lectura del texto – era que la CVR no había condenado la ideología senderista. 

Se trata de una crítica malintencionada, carente de todo fundamento, que en su día dirigieron Rey y Giampietri, y que ciertos extremistas conservadores repiten sin cesar, esperando que el “miente, miente, que algo queda” – herencia del marketing político nazi, no lo olvidemos – haga su triste trabajo. Manuel Barrantes nos ha recordado algunos textos del Informe de la CVR en los que se fustiga duramente el fundamentalismo ideológico del ideario terrorista:

Capítulo sobre Sendero del Informe Final de la CVR
1.1.1.1. Orígenes ideológicos
"El PCP-SL tomó de Lenin la tesis de la construcción de «un partido de cuadros, selectos y secretos», una vanguardia organizada que impone por la vía de las armas la «dictadura del proletariado». De Stalin, figura menor entre los hitos históricos que reconoce el PCP-SL, heredó, sin embargo, la simplificación del marxismo como materialismo dialéctico y materialismo histórico y, además, la tesis del partido único y el culto a la personalidad. De Mao Zedong recogió la forma que la conquista del poder habría de adoptar en los países denominados semifeudales: una guerra popular prolongada del campo a la ciudad. Pero, tanto o más que la caracterización de la revolución en países agrarios atrasados, el PCP-SL tomó de Mao los siguientes conceptos".[...]"El denominado «pensamiento Gonzalo» hace «especificaciones» al maoísmo, todas ellas con el fin de simplificarlo o volverlo más violento: a) la unificación de las leyes de la dialéctica en una sola: la ley de la contradicción; b) la universalidad de la guerra popular; c) la necesidad de que la guerra se despliegue desde un inicio en el campo y la ciudad; d) la militarización del Partido Comunista y de la sociedad resultante del triunfo de su revolución; e) la necesidad de revoluciones culturales permanentes después de dicho triunfo. Éstos son, a grandes rasgos, los fundamentos ideológicos del proyecto que desarrolló el PCP-Sendero Luminoso.
1.1.1.3. La trayectoria del PCP-SL en la década de 1970 y su perfil hacia 1980"[...]"La transformación de Mariátegui en precursor del maoísmo fue presentada por el PCP-SL como un «desarrollo» de su pensamiento. Así comenzaba el largo camino de Guzmán a la cúspide de su propio Olimpo. Desde entonces, los documentos del PCP-SL hablan de «Mariátegui y su desarrollo», sin mencionar todavía por su nombre al responsable de ese desarrollo: Abimael Guzmán.Armados con esa base ideológica, los principales cuadros senderistas concentraron su trabajo en la transmisión, en las aulas universitarias, de un marxismo de manual que consistía en la elaboración de una visión del mundo simplista y fácilmente transmisible a los estudiantes".
CONCLUSIONES "El PCP-SL representa la expresión de una ideología fundamentalista, sin respeto a la vida, y es una organización construida en torno del culto a la personalidad de Abimael Guzmán Reinoso, quien se hizo proclamar «el más grande marxista-leninista-maoísta viviente». La exaltación de Guzmán fue un factor muy importante para lograr la cohesión interna del PCP-SL, pero se convirtió en su talón de Aquiles cuando aquél cayó preso en abril de 1992".
 "De acuerdo con sus bases filosóficas, políticas e incluso psicológicas, el PCP-SL «ve clases, no individuos»; de ello se deriva su absoluta falta de respeto por la persona humana y por el derecho a la vida, incluyendo la de sus militantes. Éstos fueron educados en un fanatismo que se convirtió en su sello de identidad, lo cual condujo a la ejecución de acciones terroristas y genocidas".
Existen otros pasajes del Informe igualmente contundentes en este tema. La condena es categórica e implacable. La CVR condena el fundamentalismo del terrorismo, su pretensión de capturar el poder por la fuerza, su creencia en la violencia y su rechazo por los DDHH (tomo I, pp. 88-89), así como su pretensión de conocer las 'leyes de la historia'. Es el primer documento en el que se califica expresamente a Sendero Luminoso como un grupo genocida, en base al conocimiento de las acciones execrables que realizó, por ejemplo, con el pueblo ashaninka. Si esto no es una condena ¿Qué podría serlo?

En los círculos políticos – tan venidos a menos – y en las alcantarillas de la prensa inescrupulosa se ha impuesto la costumbre de juzgar sin conocer, de objetar sin leer. En el caso de los “críticos” de la CVR, esa práctica es sistemática, y goza de impunidad conceptual. Para estos “censores espirituosos”, próximos al gobierno y al fujimorismo, la verdad es lo de menos (a pesar de que sus declaraciones públicas están llenas de invocaciones a la “verdad”). Esa terrible costumbre debe ser erradicada, si queremos vivir en una sociedad decente.

JUEVES, 11 DE SEPTIEMBRE DE 2008

LA CVR Y SUS “CRÍTICOS”: REFLEXIONES SOBRE LA IDEOLOGÍA, EL LIBERALISMO Y LA TIRANÍA

Gonzalo Gamio Gehri

Los comentaristas más virulentos de este blog han repetido una y otra vez – de modo monocorde – que el Informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) acusa un marcado sesgo ‘izquierdista’ (el argumento no incorpora matiz alguno). He respondido, con textos en la mano, que la fuente de inspiración del Informe es la cultura liberal de los Derechos Humanos. A veces no es suficiente que uno lo diga exhibiendo toda clase de argumentos: es preciso que lo diga alguien más. 

El martes 9 aparecieron en La República dos magníficos textos que describen muy bien la hipocresía, la ignorancia y el cinismo característicos de los “lobos disfrazados de oveja” que atacan a la CVR. Se trata de dos importantes reflexiones sobre la justicia transicional. Me refiero al texto de Juan de la Puente La ideología y el Informe de la CVR y al de mi antiguo profesor y hoy colega Ciro Alegría Varona, Torturar y matar por la patria. Ambos desenmascaran el carácter ideológico y autoritario de los “objetores” del Informe, a la vez que revelan la apuesta por la impunidad de los perpetradores que inspira sus diatribas. Ambos textos ilustran muy bien mi punto.

De la Puente plantea la tesis directamente: a su juicio el Informe de la CVR , siendo el documento más completo que describe al Perú desde los años 60, contiene valoraciones ideológicas que encuentro bastante decantadas hacia el liberalismo político si nos atenemos a la definición que de éste hace Sartori como "la teoría y la práctica de la defensa jurídica, a través del Estado constitucional, de la libertad política individual" (Sartori; 1984)”. Prueba en varios sentidos esta afirmación, al señalar la intensa defensa de la justicia distributiva y legal en sentido procedimental que hace la CVR en el documento, así como la descripción de la reconciliación en términos de la refundación del pacto social. Del mismo modo consigna las severas críticas que la CVR hace del comportamiento de la izquierda peruana en los años del conflicto armado interno:
“Al contrario, no he apreciado en el Informe una adhesión a la estrategia de la izquierda dura o a sus principios, sino firmes reparos a su espíritu y práctica, a su ambigüedad ante la lucha armada en el caso de la izquierda legal (págs. 174, 175, 193 y 196), a los conceptos de partido y pensamiento únicos (127, 129 y 130), a la inevitabilidad de la violencia (175 y 183), al carácter instrumental de la democracia burguesa (173 y 183), y al seguidismo internacional (160), entre otros”.
Estas evidencias echan por tierra la acusación de "sesgo ideológico izquierdista" - que repite el coro de "críticos" - y permite comprender el Informe en el horizonte democrático en el que se cimentó. El autor no tiene ningún reparo en identificar a los objetores conservadores de la CVR como exponentes de una derecha rancia, autoritaria y anti-ilustrada, predicadora de un “pensamiento único” en lo religioso y lo político. No es difícil reconocer a qué personajes se refiere, y cómo todos ellos comparten una inocultable simpatía por el fujimorismo y un singular encono por los Derechos Humanos, las políticas interculturales y la acción ciudadana en los espacios de la sociedad civil. Hemos denunciado una y mil veces la inexistencia del liberalismo en los círculos políticos, y la existencia de una derecha autoritaria y antiliberal, deudora de Donoso y Schmitt, no de Mill ni de Kant. La campaña de demolición (y de difamación) contra la CVR ha sido su caballito de batalla. De la Puente lo reitera agudamente.
“Los señalamientos falsos al Informe no hacen más que evidenciar el interesante proceso que experimenta la derecha política y religiosa, un ala conservadora de la sociedad que al separarse del cuerpo liberal en el que se cobijó en los 90, resurge con su talante tradicional propio, excluyente, antirrepublicano y, a veces, odioso. A la tradición conservadora, que está de vuelta con fuerza luego de casi medio siglo (en los años 50-60 tenían discurso,” intelectuales, partidos y poder), es imposible pedirle más; no por razones ideológicas sino históricas. No entienden la reconciliación quienes en su momento no advirtieron las fracturas del Perú, y no se les puede demandar que entiendan las diferencias a quienes propugnan un discurso único, político y religioso. Como hace 50 años.”
El texto de Ciro Alegría es valiente y sumamente lúcido. Muestra la entraña tiránica y antidemocrática de quienes exigen silencio y sumisión en pago a los “servicios prestados” en pago por la pacificación. Son los Rey, los Giampietri, los Barba, sus jefes, y algunas mentes serviles de la prensa fujimorista, que clamaban por amnistías para los agentes del Estado que cometieron crímenes de lesa humanidad. Cerraron filas e invocaron al espíritu de cuerpo bajo la consigna “no ‘desmoralizar’ a los militares con acusaciones o procesos judiciales: para ellos ‘la gloria o el silencio’”. Se exigía un cheque en blanco otorgado por el Perú. Olvido para los criminales e indiferencia para con las víctimas. Y una “historia oficial” ad hoc – basada, por ejemplo, en la manipulación y censura de los textos escolares - para omitir las ejecuciones extrajudiciales, las fosas comunes, el abuso.
“Por qué repiten los paladines del orgullo herido de las FFAA, el fujimorismo y el aprismo, que la CVR ha inflado el número de víctimas, que ha dado lugar a procesos penales contra militares? ¿por qué la acusan de mellar la imagen de las instituciones? Porque el único sentido del honor que tienen es el tiránico. ¿Qué caracteriza al tirano? A cambio de un cierto beneficio muy importante, el tirano pide que le den lo que no se le da a nadie. Te he salvado de los asesinos, te he dado de comer cuando te morías de hambre, ahora tienes que decirle a tu hija que venga conmigo, porque tu hija me gusta y no vas a ser malagradecido. Estabas reventado por los terroristas, no tenías seguridad ni para ir a trabajar, los jóvenes tenían que irse del país, ahora tienes que olvidar las bocas que he desdentado a golpes, los cuerpos que he quemado, los detenidos que he hecho matar; más que eso, tienes que convivir con mis guerreros amnistiados, porque ellos son tu seguridad y no vas a ser malagradecido.”
Como decía Unamuno, a veces callar es ser cómplice. Y Alegría habla claro, denuncia la prepotencia y las viejas mañas de los sirvientes de la tiranía. El pensamiento del buen Kant – a quienes los reaccionarios detestan profundamente, pues consideran que simboliza la “modernidad” y su universalismo moral – le ofrece un estupendo horizonte de reflexión:
“La tiranía es la humillación de la justicia. Las máximas de los tiranos de todos los tiempos son, según Kant: 1) fac et excusa, haz lo que sea y da explicaciones después; luego, en caso de que lo anterior no funcione, 2) si feciste, nega, niega que tú lo has hecho; y en todo caso, para debilitar la resistencia 3) divide et impera, trata a los que te acusan como enemigos y oblígalos a dividirse. Este último recurso incluye en el Perú acusar de diversos delitos a quienes trabajan por la verdad sobre la violencia. La acusación favorita es complicidad con SL. Los ayayeros de la autoridad tiránica, los que quieren dejar a sus hijos un recuerdo glorioso de un tiempo de violencia lleno de atropellos contra todo derecho, tienen que hacer callar a la justicia.”
Los ciudadanos libres no debemos temer mirarnos en el espejo de la historia reciente. Las víctimas aguardan por justicia y reparación: su desamparo no puede ser eterno. Democratizar el país implica construir una comunidad de individuos libres e iguales, que estén protegidos en sus derechos básicos. Este proceso no podrá hacerse efectivo mientras quienes padecieron violencia continúen siendo tratados como miembros de “pueblos ajenos dentro del Perú”. Es hora de resistir firmemente – desde los principios democráticos, los canales constitucionales y los espacios ciudadanos – ante la apuesta por la impunidad que predican quienes han sucumbido plácidamente a la seducción de la tiranía.


La Mitadmasuno. La ideología y el Informe CVR
Martes, 09 de septiembre de 2008



Por Juan de la Puente      Fuente La República
 
Los detractores del Informe Final de la CVR lo han tachado de izquierdista y han tenido cierto éxito en dividir las opiniones a partir de la ideología. Otra conquista ha sido enredar en un todo a la CVR y al Informe, borrando la diferencia ontológica entre la causa que condujo a la creación de la CVR, el "ser" de la CVR misma y el Informe. Ahora se sabe que este prejuicio, propio del silogismo equívoco sobre que es malo lo que viene de un mensajero malo, ha impedido a muchos el elemental ejercicio de leerlo.

A ello se debe que en cinco años el Informe haya tenido críticas de poco fuste: a) mal estimado –que no es conteo– del número de muertos; b) debilidad de la condena al terrorismo; y c) excesos en la adjudicación de la responsabilidad de las FFAA. Ultimamente, más que críticas ha recibido ataques, una justificación para la defensa de los casos que la CVR judicializó.

Reconozco que en el campo temático los saberes y los testimonios del Informe están pendientes de estudio. No obstante, siendo el documento más completo que describe al Perú desde los años 60, contiene valoraciones ideológicas que encuentro bastante decantadas hacia el liberalismo político si nos atenemos a la definición que de este hace Sartori como "la teoría y la práctica de la defensa jurídica, a través del Estado constitucional, de la libertad política individual" (Sartori; 1984). Al contrario, no he apreciado en el Informe una adhesión a la estrategia de la izquierda dura o a sus principios, sino firmes reparos a su espíritu y práctica, a su ambigüedad ante la lucha armada en el caso de la izquierda legal (págs. 174, 175, 193 y 196), a los conceptos de partido y pensamiento únicos (127, 129 y 130), a la inevitabilidad de la violencia (175 y 183), al carácter instrumental de la democracia burguesa (173 y 183), y al seguidismo internacional (160), entre otros.

Las recomendaciones son, igualmente, una construcción liberal: la justicia como verdad del Estado, la reconciliación como pacto social y para el futuro, la solidaridad como dimensión moral del Estado (Stuart Mills y Rawls), la participación, entre otros. De allí viene su carácter pedagógico que el ministro de Educación ha hecho bien en ratificar. ¿Hay algo más liberal y moderno que la alianza entre la libertad, el Estado y la participación?

Los señalamientos falsos al Informe no hacen más que evidenciar el interesante proceso que experimenta la derecha política y religiosa, un ala conservadora de la sociedad que al separarse del cuerpo liberal en el que se cobijó en los 90, resurge con su talante tradicional propio, excluyente, antirrepublicano y, a veces, odioso. A la tradición conservadora, que está de vuelta con fuerza luego de casi medio siglo (en los años 50-60 tenían discurso, intelectuales, partidos y poder), es imposible pedirle más; no por razones ideológicas sino históricas. No entienden la reconciliación quienes en su momento no advirtieron las fracturas del Perú, y no se les puede demandar que entiendan las diferencias a quienes propugnan un discurso único, político y religioso. Como hace 50 años.


Deslindes. Torturar y violar por la Patria
Martes, 09 de septiembre de 2008 |



Por Ciro Alegría Varona         Fuente La República

Hasta los más grandes tiranos se las dan de justos. Todos los que celebran victorias, aún cuando las hayan conseguido con infamias y masacres, quieren que la gente los considere hombres buenos. Esta hipocresía es la prueba del poder de la justicia. Los ataques verbales que recibe en estos días el Informe de la CVR son la prueba de que la desvergüenza de los mandones tiene límites. Con el Informe, entre otros muchos hechos de nuestro tiempo, ha caducado el Perú jerárquico. Ha caducado el país de los patrones abusivos agasajados en fiestas familiares y populares, el de los presidentes idolatrados por sus obras y su personalidad, el de la devoción a los héroes militares como si fuesen santos. Se ha erguido el Perú del coraje cívico, el de la justicia insobornable, el de los héroes surgidos del pueblo y fieles a sus terruños, el de Rosendo Maqui.

Los bravucones con altos cargos y rangos están acostumbrados a la gloria fácil de la sociedad jerárquica, en la que estar arriba o simplemente tener armas en las manos es prueba de ser noble y justo. Como el Informe ha resumido lo que todos saben, que esto no es así, que se puede derrotar a un enemigo injusto con medios también injustos, que los poderosos benefactores también cometen abusos execrables, entonces los jerarcas caducos maldicen el Informe, intentan desacreditarlo y amedrentar a quienes lo toman en cuenta. Pero, ¿por qué reclaman airadamente que cesen las investigaciones, que no se abran procesos, que en su lugar reine la amnistía y el perdón? ¿por qué piden con ansias el regalo de una reconciliación automática, en vez de justicia? Porque lo necesitan. Todo lo excusan antes de que se investigue la culpa, y con esto confiesan su profundo remordimiento.

¿Por qué repiten los paladines del orgullo herido de las FFAA, el fujimorismo y el aprismo, que la CVR ha inflado el número de víctimas, que ha dado lugar a procesos penales contra militares? ¿por qué la acusan de mellar la imagen de las instituciones? Porque el único sentido del honor que tienen es el tiránico. ¿Qué caracteriza al tirano? A cambio de un cierto beneficio muy importante, el tirano pide que le den lo que no se le da a nadie. Te he salvado de los asesinos, te he dado de comer cuando te morías de hambre, ahora tienes que decirle a tu hija que venga conmigo, porque tu hija me gusta y no vas a ser malagradecido. Estabas reventado por los terroristas, no tenías seguridad ni para ir a trabajar, los jóvenes tenían que irse del país, ahora tienes que olvidar las bocas que he desdentado a golpes, los cuerpos que he quemado, los detenidos que he hecho matar; más que eso, tienes que convivir con mis guerreros amnistiados, porque ellos son tu seguridad y no vas a ser malagradecido.

La tiranía es la humillación de la justicia. Las máximas de los tiranos de todos los tiempos son, según Kant: 1) fac et excusa, haz lo que sea y da explicaciones después; luego, en caso de que lo anterior no funcione, 2) si feciste, nega, niega que tú lo has hecho; y en todo caso, para debilitar la resistencia 3) divide et impera, trata a los que te acusan como enemigos y oblígalos a dividirse. Este último recurso incluye en el Perú acusar de diversos delitos a quienes trabajan por la verdad sobre la violencia. La acusación favorita es complicidad con SL. Los ayayeros de la autoridad tiránica, los que quieren dejar a sus hijos un recuerdo glorioso de un tiempo de violencia lleno de atropellos contra todo derecho, tienen que hacer callar a la justicia. Para eso empiezan atacando el Informe de la CVR, porque si este se sepulta bien hondo, si se deja de estudiar, si se ignora del todo en escuelas y universidades, entonces podrán pasar luego a desmoralizar al PJ, y –sueñan– podrán levantar un monumento glorioso encima del cerro de cadáveres y al pie de ese monumento celebrarán la santidad de todas las acciones de armas, la amnistía total.

El Informe contiene muchos valiosos estudios sobre el proceso político, militar e institucional del Perú contemporáneo. Sus conclusiones no son recetas fáciles ni indicaciones puntuales, son mandatos morales de autoconocimiento individual y colectivo. Significan, sobre todo, "atrévete a mirar lo que tu Estado ha hecho para que recapacites sobre tu deber de reformarlo". Resistirse a cumplir este deber es ser una persona moralmente atascada, enamorada de una vieja felicidad perdida, enferma de cólera contra todo lo que ha venido después, incapacitada para reconciliarse con la justicia que se abre paso. Otra cosa es leer críticamente el Informe. Está escrito adrede con un estilo seco, lleno de precisiones metodológicas, difícil de popularizar, porque está escrito para ser leído de manera crítica, sin simpatía fácil.

Hay que comentar el Informe para impulsar la realización de su tarea moral, hay que completarlo y profundizarlo con nuevos estudios, no contentarse con refrasear sus conclusiones. La reforma del Estado, en todos sus campos, y especialmente el de la seguridad, está atravesada por el debate sobre lo aprendido en las décadas pasadas. El Estado jerárquico ha caducado. La discusión abierta sobre las responsabilidades en que incurren los titulares de los cargos públicos y de las grandes inversiones es señal del ascenso de una nueva sociedad de igualdad de derechos.