Es innegable que para el régimen aprista, la semana que antecedió a la tragedia de Bagua,fue infernal.
Para el gobierno la semana empezó con un salto al vacío en la fallida toma de Panamericana TV, hoy retomada por la administración de Schütz hijo, siguió la hilarante ineficacia del Estado para evitar que más niños sigan muriendo de frío en el sur del país y finalizó con una seguidilla de hechos macabros en Bagua que nos expone como una nación insufriblemente desunida y con desmadres sociales típicos de los salvajes.
Quedó claro sí, que la vieja política del diálogo para resolver posiciones antagónicas, ha pasado a la historia. Se requiere encontrar otra fórmula, una en donde no lleguen a la mesa contrincantes con propuestas cerradas y sin posibilidades de flexibilizarlas.
Una visión equilibrada y una propuesta interesante la ha efectuado el columnista de La República Mirko Lauer, cuando analiza los hechos de Bagua como el principio de un nuevo escenario para la solución de problemas sociales.
Las responsabilidades de este holocausto amazónico son compartidas. Y urge establecer sanciones políticas para encarar una anunciada próxima arremetida de las organizaciones selváticas que acaban de acordar un paro general para la próxima semana.
El gobierno aprista debe hallar culpables y expectorar a quienes permitieron que la hecatombe se desatara. También le compete investigar y demostrar una posible injerencia de intereses extranjeros que estarían detrás de estas movilizaciones.
La prensa debe ejercer su papel educador y poner paños tibios cuando la ira social se desborda y no atizar el conflicto con versiones alarmistas como la de Patricia Del Río, periodista de RPP, que anunció en la mañana del viernes 5 de junio,cuando recien se había producido la emboscada de 13 policías en la "curva de el diablo", el asesinato del líder aguaruna Mauin, soliviantando más aun los ánimos de los enardecidos protagonistas de la batalla que hoy lamentamos.
Las numerosas muertes, muchas de ellas producidas cuando las víctimas estaban fuera de combate, rendidas y vencidas, deben esclarecerse y merecer una sanción ejemplar. Si hubo manipulación y dirección de grupos con intereses políticos (se sospecha de la facción de “reservistas” del partido nacionalista) también debe salir a luz.
Un hecho si resulta incontrovertible:La venganza primó en esas horas de terror para los policías cruelmente asesinados.
El programa "enemigos íntimos" ha revelado que los secuestradores de los policías de la estación 6 de Petroperu decidieron matar a doce policias para equiparar a los muertos que supuestamente se anunciaba en las radios. Más aun. La cadena televisiva "Enlace Nacional", propaló la noticia que anunciaba 13 policías y 28 nativos muertos.
Finalmente, es hora de dejar de llamar “nativos”, “indígenas” o mestizos a quienes se rebelan, con razón o no, a las directivas del gobierno. Aquellos son ciudadanos peruanos que, si han cometido delito, deben ser castigados como cualquier otro. Esos “nativos” que se disfrazan de plumas, no están en época de la Colonia ni carecen de contacto con la civilización.
Los que se enfrentaron a la policía el viernes pasado (vistiendo polos de la “U” o Alianza Lima), son personas con algo de educación, muchos de ellos ex miembros del Ejército y que pasan largas temporadas en Lima o capitales de provincia. Así que no pueden alegar ignorancia extrema para ser manipulados. Persiguen intereses claros, que más que económicos o de preservación ecológica, son políticos.
Y ahora esto
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