domingo, 13 de septiembre de 2009


Clarín : Afanes Peligrosos

LA SOSPECHOSA IRRUPCIÓN AL GRUPO CLARÍN
Nunca tantos parecidos con Caracas
Por: Joaquín Morales Solá*

Nunca, como el pasado jueves, Buenos Aires se pareció tanto a Caracas ni los Kirchner fueron tan similares a Hugo Chávez. Cuando más de 200 inspectores de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) se agolparon en la puerta del grupo Clarín, las imágenes recordaban nítidamente un ataque de grupos chavistas a Globovisión. Era la perversión de cualquier sentido normal del Estado: la operación se produjo en medio de una guerra personal desatada en las semanas recientes por el ex presidente Néstor Kirchner contra ese grupo periodístico.

Ya importa poco contra quién está combatiendo el caudillo de la administración. Es la existencia del periodismo argentino lo que está en juego una vez que él ha decidido usar los recursos del Estado con otros fines. ¿Cuál, si no esa, fue la lógica de las dictaduras militares tan denostadas por el matrimonio presidencial? En Venezuela, Chávez primero le quitó la licencia al más grande y antiguo canal de televisión de aire, Radio Caracas Televisión, y ahora la está emprendiendo contra el único canal privado e independiente que queda en su país, Globovisión. Lo que quiere es el silencio del periodismo en general y no solo ganar una batalla en particular. ¿Kirchner está haciendo aquí lo mismo?

Un vaho con olor a peligro ya existía para la prensa argentina. De hecho, la Sociedad Interamericana de Prensa, la más importante organización americana de defensa de la libertad de prensa, apoyó las posiciones explícitas de todas las asociaciones periodísticas argentinas sobre el proyecto de ley de radiodifusión. Desde hacía décadas no existía tal unanimidad en contra de algo, como sucedió con las entidades de prensa argentinas, con el respaldo manifiesto de poderosas organizaciones internacionales.

Pero ¿puede una oficina del Estado movilizar a 200 empleados sin la autorización expresa de su jefe? ¿Puede hacerlo cuando se trata de un virtual allanamiento contra un medio de prensa, más sensible siempre que cualquier otra empresa a los allanamientos o revisiones del Estado? ¿Puede, por último, enviar inspectores a un diario con soflamas contra el mismo diario? Todo fue demasiado extraño. Un medio periodístico puede ser allanado —cómo no—, pero solo cuando hay razones suficientes para hacerlo y el proceso está en manos de jueces independientes, cuando ya no queda, en fin, otra alternativa más que esa. Ninguna de estas condiciones se cumplió en el caso que sucedió ayer en las dependencias de “Clarín”.

“La orden la dio Néstor Kirchner”, disparó, malhumorado, un alto funcionario del Gobierno. “Pregunten a Kirchner”, había sido, más temprano, la respuesta de los inspectores de la AFIP cuando empleados de “Clarín” les preguntaron qué estaban buscando. Kirchner dio la orden, en efecto, aunque nunca se sabrá si usó para eso a Echegaray o si pasó por encima de él. En cualquier caso, el jefe de la AFIP quedó ayer más cerca de su casa que de su oficina; el despido parecía inminente.

No se iría, en tal caso, por el daño que le hizo a la prensa argentina, sino por una presunta disputa en el interior del propio matrimonio presidencial. Cristina Kirchner, dicen ministros que la vieron, estaba fuera de sí luego de enterarse de las correrías de su marido. ¿Es cierto? ¿O, acaso, se trata solo de una excusa perfecta para separarla a ella de los devastadores alcances de un desvarío que rompió con todos los límites conocidos?

El llamado progresismo latinoamericano está haciendo lo mismo que hacían con la prensa las dictaduras militares de hace tres décadas. Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia y Nicaragua tienen gobiernos democráticos por elección, pero están perdiendo esa condición en el ejercicio del poder. Acomodar la ley, pero también, como hemos visto, apropiarse de los recursos del Estado para satisfacer a los que mandan en una democracia cada vez más debilitada.
(*) La Nación GDA



Argentina y la Libertad de Prensa - Alberto Adrianzen

Antecedentes:



Los Hechos



Jorge Rial : Una pelea por el Poder


El Proyecto de Ley de los Kirchner

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