jueves, 21 de abril de 2011


"Ignorantes": interesante debate sobre la realidad económica de la mayoría de peruanos

21.4.2011

Fuente Blog Puente Aéreo 

Escribe Gustavo Faverón


La realidad, las estadísticas, el Perú de los pobres

Una pregunta clave en la situación política actual es: ¿hasta cuándo pensamos los peruanos utilizar ciertas cifras macroeconómicas como justificación para seguir conviviendo con (o dando la espalda a) la evidente pobreza del país?

El Perú crece sostenidamente desde los tiempos del primer fujimorismo, sobrepasando el 6% anual en promedio durante toda la década pasada, con picos como el 9% del año 2010, y triplicó su Producto Bruto Interno entre el inicio de la década y el final.

Hay diversas maneras en que un país puede hacer eso: una es la diversificación industrial, mejoras en las condiciones laborales que generen un mercado de trabajo estable y una especialización obrera que marche a la par con la aspiración de la versatilidad de las industrias.

Otra es mantener la mano de obra en niveles paupérrimos, dentro de un mercado laboral inestable, sin reglas claras, mayoritariamente informal, sin sombra de estabilidad, para que la producción interna sea barata y así la clase empresarial pueda construir, sobre esa base, su capacidad de exportar a precios módicos, o, como suelen decir, a precios "competitivos".

Esta segunda variante, que es la peruana, es enteramente incapaz de conseguir una industrialización real, porque tiene que reducirse a labores primarias, a la extracción minera o al cultivo agrario (un tercio del trabajo en el Perú), sin añadidos, sin otro fin que la exportación de materias primas y uno que otro producto de fácil factura.

¿Qué hace el modelo económico peruano para pensar en el futuro (quiero decir con esto: pensar en un futuro distinto, en el que la gran mayoría de los peruanos dejen de ser obreros precarios o permanentes cachueleros, perpetuos desempleados o pasajeros subempleados, para que la industria nacional se diversifique y crezca, y la masa laboral salga del estancamiento)?

La respuesta es, básicamente, nada: nuestros sucesivos gobiernos han decidido la inacción absoluta en favor del mantenimiento de las cifras macroeconómicas. En lugar de enfrentar la pobreza activamente, se ha optado por declarar, desde la total inmovilidad, que el crecimiento de la economía, por sí solo, aliviará la pobreza, la reducirá y eventualmente la eliminará. Lo que no se dice es cuándo.

El economista chileno Roberto Pizarro, ex decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, ex ministro de Planificación de su país, calcula que, al ritmo de crecimiento que lleva el Perú desde hace una década, la pobreza peruana sólo será reducida de manera significativa (de la única manera significativa en que cabe pensar, es decir, hasta volverla minúscula y marginal, insignificante) en un plazo de 80 años, empezando a contar desde ahora, sin que se baje nunca del 5% anual de crecimiento. Que alguien me dé un ejemplo en todo el mundo de un país que haya mantenido ese ritmo partiendo del subdesarrollo: no existe. Es decir, esos 80 años no son sólo un plazo larguísimo; son un plazo imaginario, un engaño.

Eso no es un cálculo puramente basado en porcentajes y en el PBI: Pizarro considera además, por ejemplo, un hecho mucho más relevante que la tasa de crecimiento: el dato escalofriante de que el Perú invierte anualmente en ciencia y tecnología el 0.2% de su presupuesto anual (que probablemente alcanza apenas para cubrir las planillas y la operación mínima de los implicados). El Estado peruano, no importa detrás de cuál de sus máscaras temporales, ha elegido que el Perú sea para siempre un país sin inteligencia propia, un extractor y un vendedor nunca capaz de crecer en otras direcciones, de desarrollarse, de luchar realmente contra el mantenimiento de su status quo.

El punto central es este: no importa cuántas veces la derecha peruana sostenga que la marcha del crecimiento económico va a solucionar por sí misma la pobreza; en realidad, la riqueza que se genera en el Perú no tiene ninguna vía de distribución hacia manos que no la poseyeran desde un principio, y, mucho peor aun: todo el modelo peruano se construye bajo el supuesto (silenciado, jamás confesado) de que siempre habrá pobres dispuestos a trabajar por nada para que los precios de nuestros productos sean eternamente "competitivos".

Un ejemplo tosco: imaginen un hogar de la clase alta limeña, en la que los dueños de casa ven duplicados o triplicados en unos años sus ingresos, digamos, de doscientos cincuenta mil dólares anuales a medio millón o tres cuartos de millón de dólares, y entonces les dicen a su empleada doméstica, a su jardinero, a su chofer, que hay que celebrar porque las cosas van bien y que como resultado, no les bajarán el salario o, incluso, les aumentarán unos veinte dólares más al mes. Eso sí: nada de seguro social ni cosa parecida, porque entonces pueden irse buscando otra casa donde trabajar.

Aunque a los limeños de clase media y alta esto les resulte una revelación inverosímil o insoportable, hay que decirlo, a riesgo de herir sus frágiles susceptibilidades: no importa cuántos restaurantes nuevos haya en la avenida La Mar, ni cuántos empleados miraflorinos puedan comer en ellos una vez por semana, ni cuántas boutiques vendan carteras importadas, ni cuántos celulares pueda cargar uno en el bolsillo: eso no desaparece las multitudinarias casuchas de esteras a lo largo de casi toda la costa limeña, ni los pueblos sin agua ni luz en la sierra, ni las ciudades tugurizadas de la selva, ni los insalubres poblados provincianos de la costa norte, ni le da atención médica ni educación a los necesitados.

Un ejército multitudinario de trabajadores baratos, sin estabilidad, sin preparación, sin conocimiento añadido, con sueldos innegociables (la alternativa es el desempleo), le da a los industriales peruanos, a los seudo-empresarios peruanos, la tranquilidad de los bajos costos, pero cuando eso es la base fundamental del sistema, aparece la obligación de mantener esas condiciones estancadas: la prosperidad peruana no va a sacar a los pobres de la pobreza porque se edifica sobre esa pobreza, la necesita, no sabe operar sin ella.

Gallup acaba de presentar un mapa mundial de la prosperidad, o mejor, de la impresión de prosperidad, de la población en cada país del mundo. La idea es sencilla: las encuestas son extensas en cada país y las preguntas son simples: ¿cree usted que está prosperando económicamente en este momento?, ¿cree usted que prosperará económicamente en el futuro inmediato?

Perú, Bolivia y Ecuador ocupan los sitios más bajos en toda América, con, respectivamente, un 27%, 26% y 24% de encuestados que declaran estar prosperando o tener esperanzas de prosperar pronto. En el caso peruano un 9% declara estar "sufriendo" (en el lenguaje de la encuesta eso significa que su situación empeora) y el resto, un 64%, dice estar luchando por mantenerse en la misma situación, sin certeza de que eso pueda suceder.

Por supuesto, se pueden hacer estudios mucho más sensibles y detallados, pero no hay que descartar las cifras de Gallup. ¿Por qué hay una discrepancia tan grande entre el discurso oficial (del Estado y del Perú oficial) sobre las maravillas del crecimiento económico, por un lado, y, por otro, la sensación general de ese 73% de los peruanos que no cree que la prosperidad de las estadísticas se esté traduciendo o se pueda traducir en una mejoría para sus situaciones personales? ¿Es que no ven cuántas tiendas nuevas hay en los centros comerciales? ¿Es qué no ven cuántas casas nuevas hay en Asia? ¿Es que no ven qué bien le va a Gastón?

Bueno, quizás eso es. Es que no lo ven, no tienen acceso a ello, no saben de qué prosperidad les están hablando. O, como prefieren decir tantos limeños: seguramente "son ignorantes" y no comprenden.


6 comentarios:

Jorge Frisancho dijo...
Gustavo, bien, pero ese no es el "modelo peruano"; es, simplemente, el modelo. Así —en términos de la relación entre rentas del capital y valor del trabajo— todas las economías "en desarrollo", como la china y la india. Y esa es la situación cada vez más declarada en los centros "desarrollados" del capitalismo, donde la situación laboral de grandes sectores de la población es cada vez más inestable, cada vez más precaria, cada vez más temporal, cada vez menos"empoderada". Esa dinámica es global —de hecho, es parte consustancial de la globalización como proceso económico.
Anónimo dijo...
Estas son, a grosso modo, las cuatro posibilidades de Ollanta Humala: a.)Respeta la democracia y maneja mal la economía. (Es decir, a lo Allende). ES PROBABLE. b.)Respeta la democracia y maneja bien la economía (A lo Lula o Bachelet). ES POCO PROBABLE. c.) Se convierte en dictador y maneja mal la economía. (A lo Velasco o Chávez). ES PROBABLE. d.) Se convierte en dictador y maneja bien la economía (Humala no es admirador de Pinochet, precisamente). IMPOSIBLE. En verdad, el único antecedente de un gobierno socialista ha sido la dictadura de Velasco, quien contribuyó a estancar la economía del Perú por (¿20, 30 años?). Luego, Belaunde y García tomaron la posta, con los resultados que ya conocemos. En los 70's, Allende hacía lo mismo en Chile: destruir la economía de dicho país. Así pues, vemos que los socialistas/izquierdistas jamás han sabido administrar nada aquí en el Perú (los casos recientes de Brasil y Chile son distintos). Lo único que podría arreglar un poco la situación es lo que ocurre ahora: que funcionarios de Toledo se hayan pasado a trabajar con Humala. Algunos estúpidos hablan de oportunismo. Es al revés: esos técnicos de Perú Posible son quienes pueden moderar y traer sensatez a los desvaríos chavistas del plan de Humala. Por el momento, ese es un signo alentador. Ojalá siga así.
Anónimo dijo...
En el análisis que hace usted señor de la realidad peruana acusa sin mayor piedad a la clase arriba de la pirámide y en especial a los empresarios sin dejar de mencionar que el Estado tiene su cuota de responsabilidad al presupuestar sólo el 0,2% del presupuesto para avance tecnológico, una de las claves de nuestro lento ritmo de crecimiento. El mercado peruano es muy pequeño señor para que hayan empresarios peruanos dispuestos a correr con el costo de producir tecnologías propias, ergo marcas propias, que puedan expandir a otras latitudes sus productos y, por esta vía, crear más puestos de trabajo especializados. El Perú es uno de los países con menor inversión en tecnologías y eso se traduce en los bajos costos laborales. No olvidemos de que en realidad somos un país pobre desde siempre excepto por una década de crecimiento, no gracias a nuestras habilidades, sino al contexto mundial que requiere de mayores recursos de todo tipo, por lo que nos hemos beneficiado de comodities con precios altos. Los mayores recursos son solicitados por países que no son precisamente del primer mundo (en crisis) sino de aquellos que han confiado en la globalización y han adaptado sus economías a ésta con cambios de segunda o tercera generación en sus economías como debieron hacerlo los gobiernos a partir del 2000 y que ahora promete uno de los candidatos a la segunda vuelta.
gerardo cailloma dijo...
Una aguda visión de la burbuja que hemos vivido en los últimos años. No ha habido intento alguno por querer desarrollar algún tipo de industria en nuestro país, salvo que la se trató de impulsar (con muchos errores) en los años del primer gobierno de Belaunde y en la primera fase del gobierno militar (Velasco, en otras palabras). Obedecía a un plan Cepal para una industrialización básica (incluso autos, y la zona indicada para esto era la ciudad de Trujillo, para lo cual se iban habilitando los parques industriales y la cercanía de la siderúrgica de Chimbote)y que tenía por motor al creación de mercados internos de consumo a través de los pactos de integración (en este caso, el agonizante Pacto Andino). Esto cayó en el olvido y todo ese plan se desarticuló: recuerdo que cada país grande del Pacto, Chile, Venezuela, Perú y Colombia, estaban destinados a la fabricación de automóviles y autopartes de ciertas marcas; a Perú le tocó VW para los pequeños, Dodeg para los sedán; Toyota y Datsun para los demás tipos de autos y camiones, Volvo. Chile lo iba a hacer con Citroën, Colombia con GM y Venezuela con Ford. Se desmanteló el proyecto por nuestra "incapacidad" (países tercermundistas) y por intereses políticos. El problema fue (y se acentuó mucho más en el primer gobierno de AGP) fue la corrupción que se generó en el entorno. Esto engarzaba con la aparición de las grandes escuelas técnicas, tipo SENATI, que proveían material humano para la elaboración, ensamblaje y posterior creación (¿lo hubiéramos logrado?) de tecnología, meta que quiere lograr Brasil. Este proyecto queda como un fracaso y del cual no he oído hablar a técnicos, educadores y planificadores macropolíticos, sino a economistas liberales, comerciantes y políticos. Por la desacreditación de este proyecto y por la consciencia (o inconsciencia) colectiva, hemos aceptado nuestra incapacidad de ser un país manufacturero a ser un simple país extractor. Con ese eslogan "Cómprale al Perú" han tratado de reinvindicar algo nuestra psique colectiva de incapacidad. ¿Qué viene después? Mucho camino. No sólo mejorar la calidad de vida de millones de peruanos, sino de mejorar la visión que tenemos nosotros de país: es interesante tener la mejor papa del mundo, pero mucho mejor sería tener las curas de toda posible plaga o epidemia que surjan en el mundo de este tubérculo. Pregunta: ¿Cuánto se invierte en investigación en el Centro Mundial de la Papa que queda en Lima, no inversión que venga de fuera, sino la estatal o privada - hay muchas empresas que aprovechan esta imagen y no colaboran en nada-? Somos un país extractor; cuando se acabe eso, ¿qué nos pasará? ¿se repetirá la triste historia de la bonanza del guano que fue reemplazado y las pingües ganancias regresaron a su origen, esto es, a la mierda? Pero el desarrollo macroeconómico de esa época fue "fantástico" y Lima vio creer palacetes por todo lado. La historia enseña. De vez en cuando vale la pena regresar a ella para aprender. otra observación, los cursos de historia son reemplazados por los de cómputo. Interesante, ¿no?
Anónimo dijo...
Por favor!! si MVLL no hubiera hecho el llamado para votar por Humala sino por Keiko estarias hablando lo mismo? Y no es posible que solo en estas etapas electorales te acuerdes de los "pobres". Tanta hipocrecia. Cuidado que tus amigos escritores y lectores todos los cuales deben ser subcriptores de El Comercio se van ha molestar y ya no te compraran tu proxima novela ni te invitara a sus reuniones...
El Cordero Estepario dijo...
Señor Faverón, cae usted en los tópicos más grandes entre los que cuenta la artillería socialistoide. ¿cree usted que un producto será "competitivo", en el primer mundo, con trabajadores pauperizados y sin estándares de calidad???? ¿cifras imposibles de alcanzar? ¿que cuál país ha mantenido el crecimiento? y dígame usted: ¿qué país, con estructura socialista, SÍ ha salido del subdesarrollo??? La analogía de la patrona y la empleada (permítame) es muy patética!! (usted lo llamó "tosco") comparar los bienes de uno y otro, resulta siempre caprichoso. Lo que debe comparar señor, es cómo vivían esa gente en sus cerros en los 80 y cómo viven ahora. Yo lo sé, he visto, como usted dice, gente viviendo en esteras, y ahora siguen viviendo en el cerro, pero en casa de material noble. y los celulares y artilugios electrónicos lo tienen hasta gente muy pobre. Y no estoy cayendo en la inocencia de decir, que con un celular la gente es más feliz. sólo que hoy es más accesible. siempre habrá cosas de qué quejarse. Por supuesto que hay gente que mejora, y son muchos mas allá de los gastón, y los de Asia, mi vecino que logró comprarse un carro por ejemplo, con mucho esfuerzo y sin la ayuda del estado, que es así como siempre se progresa. Pero eso no sale en prensa, a nadie le interesa. Es un horror decir que la prosperidad peruana, no "saca de la pobreza" porque es su base (pensé que leía a Rodolfo Ybarra) y ¿quién los va a sacar, entonces? ¿Robin Hood? ¿cómo el estado puede sacar de pobre a alguien? ¿como puede "diversificar" las industrias? ¿creándolas, poseyéndolas? ¿el estado generando inteligencia? Lo importante no es el "cuando" sino el "CÓMO" PD: Para su tranquilidad, no soy fujimorista, y estoy de acuerdo que la mayoría de ellos son gente impresentable que defendieron una corrupción monstruosa.

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