Diario Trome
Después de treinta años, nuevamente un escándalo por espionaje sacude las agrietadas relaciones diplomáticas entre el Perú y Chile. Nuestro vecino del sur no solo ha iniciado una desproporcionada y provocadora carrera armamentista, sino que realiza maniobras en nuestra propia cara con nombres que abofetean la trágica historia de la Guerra del Pacífico, por el lado peruano, 'Operación salitre', que fue el mineral que los mapochinos le arrebataron a Bolivia y a nosotros como botín de guerra.
No solo se burlan de nuestros embajadores que buscan 'el desarme' en la región. No les interesa hablar del tema. Además, esa propuesta de Alan García peca de inocente. Aun si los sureños aceptaran la propuesta de limitar sus gastos en armas, ya están recontra bien 'atiborrados' con un arsenal envidiable, fruto de 10 mil millones de dólares gastados en armas en los últimos ocho años.
Pero no contentos con eso, todavía se infiltran en nuestras Fuerzas Armadas para espiar nuestro alicaído armamento, muchos de ellos obsoletos o chatarra, adquiridos por dos traidores a la patria con nombre propio: Vladimiro Montesinos y Alberto Fujimori. Ambos compraron armamento anticuado a traficantes ucranianos, como los aviones que se caían en plena exhibición. Ellos tienen igual o más culpa que el suboficial de la FAP Víctor Ariza Mendoza, quien trabajaba en la Embajada de Perú en Santiago en el 2003 y fue 'contactado' como espía chileno por un puñado de dólares: de 5 mil a 8 mil 'verdes'.
En 1979 sucedió un caso parecido que acabó trágicamente. Otro suboficial FAP, Julio Vargas Garayar, fue sorprendido fotografiando para los chilenos la base subterránea en La Joya, en Arequipa. Se habían cumplido cien años de la Guerra del Pacífico, las relaciones estaban de mal en peor. Igual, dos oficiales chilenos fueron sorprendidos tomando fotos en Talara a nuestros aviones Sukhoi.
El gobierno peruano expulsó al embajador chileno Francisco Bulnes y a los espías. Pero con Vargas Garayar no hubo piedad: fue fusilado el 20 de enero de 1979.
Como existía una prensa confiscada, solo la revista 'Caretas' logró hablar con el espía, dijo que trabajó como doble espía por orden de su comando: 'he arriesgado inútilmente mi vida a favor de mi patria (...) y como premio me dan cinco plomazos y la deshonra de ser tachado de traidor (...) me declaré culpable, pero no informan al pueblo peruano que lo hice por medio de la tortura, que mi juicio fue un fraude y burla' (Julio Vargas Garayar).
Por publicar el informe Garayar, 'Caretas' sufrió la confiscación de su material y clausura. Cuatro días después fusilaban al suboficial. Apago el televisor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario