El chisme y el morbo natural aplacaron el clima político al punto de pasar por alto, nada menos, que la censura a un par de ministros. Un gran sector del país, se sentó a contemplar y no se ha perdido ningún capítulo de este enrevesado teñido de sangre en que terminó la sórdida relación entre las cantantes folklóricas, Alicia delgado y Abencia Meza.
Y lo peor de todo, lo que hace crispar más nuestra atención, es la revelación paulatina, gota a gota, que el móvil del cruel asesinato habría sido la codicia y el afán de cerrar con deudas al puro estilo de las mafias, con sicario incluido.
La mezcla de estos sórdidos ingredientes ha generado una morbosa expectativa. Los menos informados, se encuentran consumiendo los húmedos capítulos de un presunto crimen pasional entre lesbianas, y los que se dicen cultos o informados, relamen con deseo y fervor los incalculables vericuetos de ésta relación arrabalera, signada por la astucia lumpen, la codicia y el desenfado criminal que terminó con la vida de una mujer apasionada, pero buena al fin.
¿Qué ha provocado que todo el país (bueno, casi todo) esté pendiente del tema y ansioso por empaparse de esta truculenta historia?. Hasta El Comercio, un diario sobrio que se diferencia de los populares por sus titulares serios, ha dedicado dos días su página principal a hablar del tema. Es más, y lo que resulta el colmo, hasta el diario Gestión, netamente especializado en economía, dedicó una de sus portadas a las ingentes ganancias que están detrás de los llamados espectáculos populares que moviliza a miles de seguidores.
A decir de los psicólogos sociales, desde la masacre en Bagua, se estaría revelando un fenómeno social que no conocíamos y estaría aflorando en las grandes ciudades los sentimientos más oscuros de cada cultura trasladadas a la realidad cotidiana, lo que expresaría una peligrosa conducta sociópata de muchos ciudadanos que ya no respetan nada ni a nadie con tal de alcanzar sus metas y objetivos.
Se trataría del traslado a la realidad de la novela negra del fenómeno migrante, mal encaminado y que estaría signada por el antivalor.
Mañana seguro hablaran por calles y plazas de la famosa “autoría mediata” de Abencia para cometer el horrendo crimen o habrán quienes se rasgarán la vestidura defendiéndola. Y la novela proseguirá hasta que el hastío decrete su capítulo final. Así estamos.
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