miércoles, 7 de septiembre de 2011


Puno y el descontrol total

Transcribo un resumen de la carta de Martha Giraldo, una antigua militante izquierdista de Puno, que fue poco difundida en vísperas de las últimas elecciones presidenciales y que grafica el atraso de la zona aymara y su negativa al desarrollo contemporáneo.


Gastón Acurio afirmó que ser empresario es “un privilegio, un honor y una responsabilidad”; y efectivamente así es, pero en Puno, reconocerse empresario es un acto de estoicismo, porque hay que resistir epítetos como “testaferro, explotador, miserable, vende patria”.
No es casual ni fruto del abandono estatal y/o privado que no haya inversiones productivas en la región (a excepción de algunas mineras y hoteles). No se puede invertir en Puno, no se puede comprar tierras, no se puede instalar industrias porque fracasan frente a la competencia del contrabando, no hay mano de obra calificada, no hay proveedores primarios de calidad y formales. (...) Puno es una zona emisora de gente emprendedora, laboriosa y triunfadora, ¿dónde no hay puneños exitosos sobre todo como comerciantes?
En este panorama, ya desmotivador y preocupante, en el que es frecuente que la emergencia sea por frío, sequía o inundación, se grita a todo pulmón: ¡No a las concesiones mineras, petroleras, hidroeléctricas! ¡No a la presencia de empresarios foráneos! ¡No a las empresas chupa sangre! ¡No al turismo que sólo beneficia a las grandes cadenas chilenas! ¡No a todo!
¿Qué papel juegan los medios? A la radio acceden todos, en el campo y las ciudades. Existe infinidad de emisoras que en muchos de sus programas (en quechua y aymara especialmente) difunden como “noticias” afirmaciones alucinadas; la TV da cabida a dirigentes, líderes, profesionales que sin rigor ni objetividad dan por ciertas dichas afirmaciones y elucubran análisis y teorías de despojo, venta, saqueo, entreguismo de parte de empresarios y funcionarios. Hace 25 años me propuse, por salud mental y tranquilidad espiritual, no escucharlas, pero, desde que vine a Suasi no puedo evitarlas, porque quienes colaboran conmigo las tienen encendidas. No me sorprende el impacto en el alma, corazón y pensamiento de miles de profesionales, comerciantes, contrabandistas, narcotraficantes, etc.
Saben de mi entrañable identificación con Puno, pero desde tiempo, siento que con muchas de sus gentes, menos cosas me unen; respeto las diferencias culturales, pero también creo que hay valores universales como la verdad, el respeto, la tolerancia, la alegría por el éxito ajeno, el cuidado de niños y ancianos, la amistad sincera. El aire está enrarecido y no por la altura, racismo y odio increíbles son lo que he visto y he escuchado en rostros de personas que creía amigas y eso me lacera el alma.

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Tres parágrafos enviados desde Puno

La República
Por Mirko Lauer

Cito, muy levemente retocados, algunos comentarios escritos y difundidos a mediados de mes, antes de que la sangre llegara al río, que me hace llegar mi amiga Martha Giraldo Alayza sobre la situación en Puno, donde ella vive.
Hay un gran contrabando, de tales volúmenes que se distribuye hasta Arequipa, Lima, Cusco, Madre de Dios, Abancay, que cuenta con soporte logístico de almacenes, camiones, buses, camionetas, talleres de reparación, tiendas de repuestos, seguridad, etc. y del que todos los ciudadanos de Puno nos servimos alegremente en la medida de nuestras necesidades (por ejemplo, licores, galletas, chocolates, sábanas, artefactos, caprichos para el buen comer y vivir); minería informal descontrolada (quebradas amazónicas y al pie de glaciares en Ayapata, Coaza, Sina, Limbani, Phara, Patambuco, San Gabán, Ananea/ Rinconada, solo aquí se calculan  más de 30 mil extractores y que se proveen de explosivos, botas, cascos, mamelucos, gas, combustible, linternas, miles de celulares, vía el contrabando), cocales en expansión en los valles de Sandia, San Juan, San Ignacio, San José, Putina Punko, San Gabán, Ayapata, Coaza, es vox populi que ahora se transforma en cocaína  y se  exporta hacia Bolivia.
Una compleja, desigual y tensa convivencia entre un pequeño sector empresarial formal y una gran masa de hábiles y avezados productores y comerciantes informales, ilegales, a los que el Estado no ve, no siente, no huele.  
Gastón Acurio afirmó en TV que ser empresario era “un privilegio, un honor y una responsabilidad”; y efectivamente así es, pero en Puno, reconocerse empresario es un acto de estoicismo, porque hay que resistir epítetos como “testaferro, explotador, miserable, vendepatria”.  Estos calificativos son endilgados a los mestizos formales, sean locales o venidos de fuera. Los miles de empresarios informales simplemente no son empresarios, son parte del pueblo sufrido y excluido del sistema, aunque movilicen millones de dólares en mercadería ilegal, tengan flotas de buses, camiones, tráilers, maquinaria pesada, usufructúen yacimientos mineros informales, cocales, cafetales, tiendas y mercados, casas de cambio, cientos de tiendas de computadoras y teléfonos, inmensas ferreterías, no solo en Puno, en Arequipa, Tacna, Moquegua, Madre de Dios, Cusco, llegando incluso hasta La Paz, Río, Sao Paulo. Ser quechua o aymara, es garantía de contar con una patente étnica para todo lo permitido, legal pero también y sobre todo, para lo ilegal e informal que se pueda hacer. El normal, tradicional y ancestral intercambio fronterizo, ha devenido en economía paralela que mueve millones, corrompe y ejerce presión a todo nivel, de la misma forma que los grupos mineros informales y cocaleros.
No es casual ni fruto  del abandono estatal y/o privado, que no haya inversiones productivas en la región (excepción de algunas mineras y hoteles), no se puede invertir en Puno, no se puede comprar tierras, no se puede instalar industrias porque fracasan frente a la competencia del contrabando, no hay mano de obra calificada, no hay proveedores primarios de calidad y formales. Siendo la mayor zona productora de fibras y lanas, ni una sola planta que las lave y las industrialice, ¿por qué? Ni una planta de beneficio de carnes, siendo la primera región productora de carne de res y ovino.
En Puno, tanto en el campo como en la ciudad, entre aymaras, quechuas y mestizos, la circulación de rumores y afirmaciones alejadas de la verdad es increíblemente profusa, ni la típica chismografía limeña se puede comparar y solo para que se hagan una idea, unas cuantas perlas: “Toda el agua es propiedad privada de García Pérez, que la vende al mejor postor y que es socio de las empresas que compran”; “El lago Titicaca está vendido a los chilenos”; “Los hoteles Libertador son propiedad de Fujimori y sus socios chilenos”; “Casa Andina, cadena hotelera chilena”; “La isla de Suasi ha sido vendida a los chilenos”; “Desde Suasi se bombea agua al norte de Chile”; “Las empresas mineras pagaron canon solo en la época de Toledo”; “García para incentivar la inversión extranjera, ha exonerado de impuestos, canon  y regalías, a todas las empresas extranjeras”; “Todo el Perú está concesionado y vendido para la explotación minera”; “Las empresas mineras llegan de golpe y porrazo a tomar posesión de las tierras de los campesinos, y los comuneros súbitamente se enteran que no son más dueños de ellas”; “Los canadienses de Santa Ana, nunca realizaron la consulta previa y no lograron la licencia social”.

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