viernes, 1 de enero de 2010


Bruno de Olazábal: El Bueno

Dicen que no hay “muertito” malo. También se afirma que los periodistas y escritores nacen y no se hacen. En todo caso se redescubren a sí mismo al toparse con la realidad. Y así es.

Bruno de Olazábal, periodista de estirpe que nos dejó muy pronto, era de aquellos que con solo una mirada te expresaba todo. Lo recuerdo muy joven, recién salido de la universidad, buscando chamba. Con ese espíritu rebelde ante las injusticias, Bruno recaló, primero, a mediados de la década de los 80s, por el Diario Marka apenas reconstituido por unos profesores de la Bausate y Mesa. Llegó un día a pedir chamba y el “gato” Felix Arias Schreiber, legendario periodista taurino que se desempeñaba en ese proyecto como jefe de informaciones, le otorgó su primera “comisión”. Estuvo unos quince días de practicante, pero luego parece que halló otra oportunidad o se desencantó de la línea izquierdista que iba tomando el periódico.
En esa iluminada sala de prensa, ubicada en Pueblo Libre, Bruno se topó con otros dos grandes del periodismo actual: con Miguel Ramírez y Eloy Jaúregui. También estaban el escultor Yactayo que fungía de caricaturista y otros buenos fotoreporteros que hoy brillan con luz propia.

Me lo recuerdo con una mirada tierna encima de esos bigotes castaños. Ambos entrelazamos una conversa antes de salir disparados a cubrir una información. Como si te rebuscara el alma, Bruno solía acercarse a la gente que sentía afín a sus proyectos de vida limpios y sinceros.

De Olazábal era un tipazo, pese a su corta estatura. Nunca rengueó para las noticias y, fundamentalmente, para hallarle ese lado humano a las cosas. Muchos homenajes ha recibido desde su sorpresiva muerte en un hotel de Pueblo Libre. Todos, hasta sus ex enemigos gratuitos, coinciden en resaltar su don de gente. En este homenaje del portal La Mula, se le recuerda esplendoroso en su ética de hombre de prensa.



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