Columnista
La Primera, 22 de octubre de 2009
Yoani Sánchez
Se llama Yoani Sánchez, tiene 34 años, es licenciada en filología y es la bloguera más famosa de Latinoamérica. Su blog se lee en quince idiomas gracias a que cuenta con una legión internacional de seguidores que lo traducen y difunden.
Debería de ser revolucionaria cubana, paciente y resignada, pero no lo es. Lo fue hasta que un día decidió hacer lo que hace casi todos los días: alquilar por hora una computadora y despachar desde La Habana su diario personal, sus brillantes sarcasmos, sus crónicas urbanas, su filo temerario para la crítica.
Y si no la han callado es porque su rápida fama mundial parece haberla inmunizado. Al menos por ahora.
Yoani Sánchez está harta de que la prensa única le mienta a la gente.
Está hasta la coronilla de tanta pellejería en nombre del futuro y de tantas excusas sibilinas para explicar el fracaso.
Le ha dicho basta a las ruinas de la economía, a los privilegios de la camarilla, a los barrios que se caen a pedazos y a los presos políticos (54 sólo si se habla de los capturados en la crisis del 2003) que el régimen niega pero que están allí, pudriéndose, por pensar diferente y por decir lo que piensan.
Yoani Sánchez fue el otro día a una oficina estatal a exigir que le dieran permiso para salir de Cuba porque en la universidad de Columbia le dieron un premio Maria Moors Cabot por su labor.
Sé que algunos fundamentalistas dirán que lo del premio es una treta publicitaria sugerida por la CIA para remover el avispero cubano.
No descarto que el extremismo estadounidense, auspiciado en la Little Havana mayamera, quiera usar a Yoani Sánchez. Lo único que digo es que ese premio lo ha dictaminado un jurado que también integró el peruano Enrique Zileri. Y nadie puede decir, desde la decencia, que Zileri es un instrumento de la agencia de inteligencia de los Estados Unidos.
Volviendo al asunto: Yoani Sánchez fue a reclamar por su visa y le dijeron que no se la darían. Esta mujer ejemplar grabó el incidente con un celular y colgó el video en su blog.
Allí puede uno oirla y verla clamando en vano por su derecho, por su cubanidad maltratada, por su ciudadanía despreciada.
Y es emocionante el coraje que demuestra ante la impertérrita funcionaria que sólo atina a decirle que “por ahora” el permiso le ha sido negado.
Es un “por ahora” que dura décadas.
Y en el blog de Yoani Sánchez está retratada toda la furia de una generación que fue pionera en la niñez, comunista en la juventud y absolutamente escéptica en la actualidad.
Es muy fácil ser castrista en Lima y decir, como brama el sectarismo, que gente como Yoani Sánchez resulta usada por “la contrarrevolución”.
¿Pero de qué revolución cubana podemos hablar sin que la cara se nos sonroje?
El desastre económico, político, social y moral del régimen cubano no viene del bloqueo injusto que el imperialismo estadounidense le impuso hace 50 años.
Viene de los mismos factores intrínsecos que un día borraron de la faz de Europa “el socialismo realmente existente” del Came y el Pacto de Varsovia.
Como el imperio otomano tras la primera guerra mundial, el latifundio soviético se vino abajo a la velocidad del vértigo y en medio de los vítores de la liberación.
¿Dónde estuvieron las masas que resistirían a los ejércitos de la reacción internacional?
Las masas aplaudían el desahucio del socialismo estalinista en Praga, en Budapest, en Sofía, en Berlín Oriental, en Bucarest.
Así sucederá en Cuba cuando la generación de Yoani Sánchez termine con la indignidad de un régimen que encarcela a los disidentes, monopoliza los medios de comunicación, administra la extrema escasez como lo haría cualquier satrapía derechista y, encima, pretende encarnar valores y proponerse como ejemplo a seguir.
Mientras la izquierda peruana siga respaldando a la familia Castro y callando en siete idiomas y haciéndose la loca con evasivas y ambigüedades, la condena de su insignificancia electoral será el castigo para tanto disimulo.
Porque ser de izquierda también debería suponer decir la verdad.
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De Fidel en Sierra Maestra a Yoani, la bloguera, en internet.
Cabot ’09: 50 Años de Periodismo en la Isla
Caretas edición 2101 del 22 de octubre de 2009
Un extraordinario encuentro se dio el miércoles 14 en la Universidad de Columbia en Nueva York. El Fidel Castro original, el osado revolucionario de barbas sin remojo, se hizo presente en ‘El hombre que inventó a Fidel’, libro de Anthony DePalma, uno de los ganadores este año del premio María Moors Cabot.
El libro se refiere a Herbert Matthews, el corresponsal del New York Times que entrevistó a Castro en la Sierra Maestra en 1957, lanzándolo como figura mundial.
La otra personalidad cubana presente fue la bloguera Yoani Sánchez. El régimen castrista, mostrando señales de reuma político, le impidió viajar a recibir su mención especial. Con ello la convirtió en la estrella de la noche.
Ernesto Sábato dijo alguna vez que no hay nada más conservador que una revolución triunfante. Ahora puede añadir que, cuando esta señora pasa en la poltrona más de 50 años, los achaques de la tercera edad suelen hacerse muy torpes.
No de otra manera se puede explicar cómo las autoridades cubanas decidieron prohibir a Yoani Sánchez viajar a Nueva York para recibir la distinción del Cabot en la Universidad de Columbia.
Si Yoani Sánchez ya era una celebridad, se convirtió la semana pasada en una estrella.
Y si el exilio cubano más reaccionario necesitaba otro argumento para demostrar que, en términos de apertura, Raúl no marca diferencia alguna con Fidel, le dieron un ejemplo en bandeja.
La fuerza de Yoani Sánchez no está vinculada a un grupo de conjurados capaz de derrocar al régimen, sino a algo más peligroso, según la nomenclatura.
Sánchez, 34, filóloga de formación, se las ingenia para colgar en internet ‘Generación Y’, blog semanal que describe en términos desenfadados la vida en Cuba del ciudadano común y corriente.
Ella es su única redactora, fotógrafa y camarógrafa, y cuando hay que quejarse lo hace con elocuencia.
Sánchez explica que ella pertenece a la ‘Generación Y’ porque muchos de los cubanos que nacieron en las décadas de los 70 y 80 fueron bautizados con nombres de pila que comienzan con ‘i griega’, en imitación fonética del ruso.
Ahora, por cierto, más del 70% de la población de la isla nació después de que Fidel Castro y sus rebeldes depusieran a Fulgencio Batista el 1º de enero de 1959.
Esa mayoría no vivió, pues, la extraordinaria gesta en la que un puñado de audaces triunfó sobre las fuerzas represivas del dictador corrupto.
A las nuevas generaciones les tocó crecer en un país que, por necesidad o convicción (el tema todavía es discutible), se convirtió en un peón de la Guerra Fría, bajo los rigores y tutela de una burocracia partidaria única.
El blog ‘Generación Y’ representa, pues, a ese importante segmento de la población que se pegunta cuándo es que Cuba dejará de parecerse a la antigua Albania.
Sánchez, a su vez, encarna una revolución tecnológica y social propia del siglo XXI.
El gobierno, por cierto, también utiliza la internet para atacarla.
La llama prostituta del Pentágono y traidora, ya que ella, al entrar al colegio, lució la pañoleta de rigor y juró “morir por la revolución como el Che Guevara”.
Yoani Sánchez ha respondido con una foto suya de escolar con pañoleta, añadiendo que también se vio obligada a pasar por el juramento de su hijo Teo.
Allí el problema fue que el niño perfiló un puchero en vez de jurar. Diálogo: –¿Qué pasa, Teo?
–Es que no quiero morir...
–Jura, nomás, que no te va a pasar nada y nos quitaremos un problema de encima.
El estilo, humor y personalidad de esta atractiva mujer son un clavo para el régimen, y no sabe cómo sacárselo. Los blogs inevitablemente aumentarán en la isla.
Barbas De Ayer
¿Los premios Moors Cabot están destinados a atacar al régimen castrista? ¿Columbia está plagada de gusanos?
La propaganda oficial de Cuba va en esa dirección.
Sin embargo, otro premio, el otorgado a Anthony DePalma del New York Times, da una idea de la madurez y equilibrio con que la mejor prensa norteamericana evalúa la historia de Cuba y la trayectoria de su revolución.
DePalma publicó en el 2006 su libro ‘El hombre que inventó a Fidel’. El título es algo equívoco, pero la obra documenta en profundidad el periplo al final ingrato de Herbert L. Matthews, el corresponsal que en 1957 entrevistó a Fidel Castro en Sierra Maestra burlando el cerco de las tropas de Batista.
La entrevista, publicada en primera plana del New York Times, dio celebridad instantánea a los barbados rebeldes, y tanto Fidel como el Che resultaron sugestivos en los propios Estados Unidos.
Herbert Matthews, cuya carrera lo había llevado previamente a cubrir la invasión fascista de Etiopía y la guerra civil de España, quedó prendado de su personaje, el Fidel de la Sierra.
Visitó Cuba varias veces después y su cobertura reflejó una simpatía que comenzó a ser cuestionada en su propio diario.
El New York Times es como el Vaticano y DePalma identifica con nombre a los cardenales que discrepaban alrededor del tema cubano.
John Oaks, el editor de la página editorial y miembro de la familia Sulzberger, propietaria del emporio, defendió a Matthews, pero otros se distanciaron.
A medida que se fue acentuando el conflicto, y cuando la URSS emplazó misiles en Cuba en 1962, la corriente que identificaba a la revolución cubana como una operación soviética al estilo de Europa del Este se terminó de acentuar.
A Matthews lo empezaron a llamar “el propagandista favorito de Fidel Castro”.
Pero Matthews insistió en su posición y en la biografía de Fidel Castro, que publicó en 1969, escribió:
“El comunismo no fue la causa de la revolución cubana, sino un resultado”.
DePalma, a su vez un experimentado corresponsal del Times, escribió el libro después de haber sido comisionado para preparar el obituario de Fidel.
El trabajo fue algo prematuro, pero valioso.
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