miércoles, 1 de mayo de 2013


Domingo de Ramos un Primero de Mayo


01 de mayo de 2013


Una voz femenina me pasa con él, es el reconocido poeta Domingo de Ramos,” Mingo” para los amigos. Quedamos en vernos en la puerta de su casa, allá en el histórico parque 6 de agosto de San Juan de Miraflores. Han pasado más de treinta largos años en que nos conocimos en el renombrado Centro Base de SJM. Entrecano y sonriente, pese al agobio de su enfermedad, me recibe, como siempre, con una sonrisa. Le estrecho su mano y su existencia se abre de par en par. Es un tipo querible y además poeta. Por eso es que las más frenéticas aspirantes a poetisas  casi le imploran posar (para las cámaras digitales) con su diminuta figura. “Mingo” tiene en su haber cerca de 5 mil amigos en el Facebook, la mayoría de ellos son jóvenes damas que, supongo, admiran su poesía. Y es que, su forma de describir sus desconsuelos y las virtudes de la experiencia en prosa poética, cala en el alma de hasta el más tosco. Inició sus peripecias en el mundo de la escritura casi literalmente "asaltando el cielo", a mediados de los años 80s, con escritores rebeldes y hoy reconocidos como Roger Santivañez, Jose A. Mazzotti, Mariela Dreyfus, Dalmacia Ruiz- Rosas, entre otros. Asalto al Cielo, a parte de hacer referencia a un anhelo marxista difuminado en la realidad histórica del siglo pasado, fue el nombre de un suplemento irreverente y controversial que dirigió Mazzotti, el hoy Decano en la facultad de Letras de la prestigiosa universidad de Harvard.

La prosa de Domingo ha intentado siempre transmitir los aciagos momentos de los jóvenes y estudiantes de la segunda mitad de la década de los 80s. El Movimiento Kloaka de poesía, del que es cofundador,  asimiló todas las vivencias de los jóvenes de a pie de los 80s. Aquellos aplastados por la crisis económica  generada  por la  dictadura militar y profundizada por el soso gobierno de Belaunde y por el corrupto primer gobierno de García Pérez. 

De Kloaka, Domingo es uno de sus mejores exponentes, diría el más fiel, porque muchos de los que  iniciaron el movimiento contestatario  a la realidad del momento, discurrieron en la poesía más clásica y comercial. Domingo con su pesada pluma insistió en expresar las calamidades del alma de quien se siente aplastado por el sistema. Los de Kloaka nunca se reconocieron anárquicos ni antisistemas, pero su prosa y versos no solo inundaron  la existencia de “anarcos” y los “subtes” ochenteros, sino que resultaron banderas de casi una generación. Fue una movida ecléctica que a varios de sus miembros y seguidores los indujo al limbo de la desesperación por las limitaciones de la sociedad del momento.( ver apéndice Movimiento Kloaka porJuan Zevallos Aguilar).

El Domingo de Ramos que encuentro en este simbólico Día del Trabajador es el artista trastocado por la enfermedad que se afianza en la esperanza de un mañana mejor. Lo encuentro fuerte, afrontando el  bache en su salud.  Todos los que lo conocemos lo queremos fuerte para que siga inundándonos con la simpleza de su sonrisa y lo profundo de sus versos. Salud Mingo.

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ARQUITECTURA DEL ESPANTO – 1988
DEL PADRE
Irremediablemente Faustino quebró su arco
Rebuznándose en la mar en su pequeño bote
orlado de anchovetas que le ceñían el pecho
mientras la espuma subía como alcatraz torpe
sobre las rocas y se fue partiendo percudiendo
como dos alas la ambarina luz del sol
gimiendo una imprecación inaudible
a modo de soplo como viene el hombre después de inundar
a la hembra a destrozarse con las aguas un día antes
en las resecas playas en que por primera vez
vi su negra elegancia
y ya no tengo memoria de él con su arco quebrado
sobre las hélices que suben y bajan en su pecho
Y que ahora duermen para siempre Fue mi padre un buen tiempo
en que no creía en ellos Oh consolá consolá me decían antes
los yerros de los vientos al dibujar mi sombra
Qué falsía qué fachada qué cacharro Esa la mía la venérea alta
con que se cubre el rostro de aquel que más quiero
Y qué sentido tienen ya las cruces del camino
qué de los pies áureos resplandeciendo incivilizados
bajo la tierra?
Ya su nombre no resuena no gotea. Y yo ya aprendí a cortar redes
a ser juerte como esposa y deslomado de oficios
golfeando en esta barca las entrañas de la luna
como un animal montaraz escupiendo a la multitud
No sé más que inclinarme en el largo viaje que me espera
Irremediablemente Faustino fue mi padre Irremediablemente
Yo lo Sentencio.
DE LA MADRE
Bendijese oh sí el altar de este catre desnudo
Allí entre velas que calentaban las arrugadas manos de la madre
Vacié todo mi aliento y sobre un puñal de cenizas recordé
La nervuda arena que entraba hasta taparme los pies
torciéndome en un lado diurno y otro oscuro en esta pared
de esteras como plástico barroso que el invierno apaga
y me hablasen de aquella que sobre el polvo me ha hecho
Ella me transida bajaba ululando su tordilla cabellera
por la pendiente haciendo trazos torpes por el peso de la tardanza
O por el sol lastimando sus pómulos su frente sudorosa
Como creí verla al ser arrojado sobre unas sábanas
blancas que amortiguaban mi caída En ese lejano
sembrío de viñas y yo como un recién llegado recibí
estos ecos como si me aserrase el pecho lentamente
entre el rumor de los primus y voces que se cuelan
y hachan las sombrosas telas que aún apañan las hendiduras
del tiempo y ella se levantase y yo en el sitio donde no debo
y me dijiste como un arrebol curtido racha y silente
con que me despierta y aún cegado por lo inesperado
me levanto a tientas a danzar alrededor de su falda
y ella cavilosa y runa contempla el paisaje
donde dirigió su rostro limpio hacia todos los aires
¡Oh ya no será más el aceite tierno de las madrugadas violáceas
ya no seré el hijunagramputa que se incendia falcado
en su regazo y me abrace con su chompa podrida sus cerezos
sus agujas su jardín metálico en que el padre se arrecuesta
como un ocaso mi arrobamiento ante sus palabras necias y dulces
como machacados ajos me llega su llanura sus manos
sus consejos escayolados sobre mi mente que se acrece y se arruga
en tiempos en que me devoran estas faenas impuras y sangrientas
que partían mis noches oh la oscura y china noche como diría
el padre al cerrarse el bar al borde del estribo
una mujer como el día me golpea en la nuca y yo quisiera
al voltear mi tristeza en su tristeza
y bendijese oh sí el altar de este catre desnudo me dé
su inextirpable sonrisa que me azula.

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