jueves, 9 de septiembre de 2010
Un Bocón desamoroso con su propio hijo
INDECOPI ha ordenado que los canales comerciales de TV cesen de retransmitir el más reciente spot publicitario del diario deportivo El Bocón. ¿Por qué?, ¿Acaso no existe la libertad de expresión? Veamos las razones.
El ministerio de la Mujer alertó ante el referido organismo que el diario de la boca grande venía difundiendo un spot grotesco en el que se humillaba y desmotivaba de la forma más despiadada a un niño con ansias de ser reconocido en sus logros por su propio padre.
Los “creativos” de la agencia que produjo el comercial ( y los directivos del periódico que la aprobaron) no tuvieron más torpe idea que utilizar la figura de un niño, en plena etapa de desarrollo, expuesto a la sobre exigencia de un padre desamoroso que pareciera gozar al desmerecer los triunfos de su hijo.
Desde el primer segundo del comercial se percibe un retorcido afán de exigir la perfección a un pequeño que requiere la protección y aprobación del ser al que más admira y quiere. Pero, a esta altura, surge una pregunta: ¿En qué diablos se basaron los “creativos” para dar a luz a semejante engendro publicitario? Y la respuesta es cruda y dura: en nuestra inocultable realidad.
Se cuentan por cientos de miles los cabezas de familia que crían a sus hijos utilizando estos métodos, basados en enseñanzas retrógradas, netamente machistas, que dictan que a los hijos varones se les debe tratar con dureza para “prepararlos para la vida”. Y a las mujercitas dejan de brindarles ternura apenas éstas, por su desarrollo, buscan independencia. Simplemente las relegan a ser asistidas y protegidas por su madre.
Y justamente el diario El Bocón llega a éste extracto sociocultural, afincado en normas desfasadas que suelen engendrar ciudadanos disminuidos y con ansias de lograr el reconocimiento que sus padres les negaron cuando niños. De ahí se explican las pandillas.
Una saludable decisión de INDECOPI que debiera velar más seguido por los contenidos ambiguos y distorsionadores que suelen propalarse en los medios masivos. Algunos apuntan que por un simple espíritu de autorregulación éste comercial nunca debió difundirse.
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