miércoles, 5 de mayo de 2010


LUCHO BARRIOS: EL DE LA ETERNA SONRISA


El corazón del gran Lucho Barrios se cansó de latir. El carismático interprete de los boleros más sonados, recordados y enjugados en lágrimas, dejó este mundo entristeciendo a todos aquellos que escucharon alguna vez sus canciones. Con ese inigualable cantar, Lucho se metió al bolsillo (más bien al corazón) a millones de latinos que por más de 4 décadas siguieron sus pasos musicales, tanto en rockolas y cantinas, como en salas y auditóriums.

Luchito como se le conocía, fue de los pocos cantantes en el mundo que supo entonar melodías con la sonrisa a flor de labio. Más que sonrisa parecía que se carcajeaba melodiosamente. Resultaba inexplicable conjugar varias situaciones emocionales en un entonar cadencioso y en la alta nota musical que imprimía. Interpretaba letras tristísimas con una sonrisa que a la vez endulzaba el mensaje de su canción calando profundamente en el alma de sus oyentes.

En el Perú se le conoce como el precursor de los llamados boleros cantineros que surgieron en la década de los 60s en Ecuador pero que se desarrollaron en bares de Lima, Surquillo, La Victoria, Breña, Callao y los Barrios Altos. Pero también, junto con Pedrito Otiniano protagonizó un fructífero mano a mano criollo que duró un par de años allá por los 70s, produciéndose en los estelares programas criollos de la época sonoros contrapunteos de valses criollos entonados por estos dos boleristas. Es más, de los más de 150 LPs y producciones musicales de Lucho Barrios, varios están dedicados íntegramente a la música criolla peruana.

En Chile, donde pasó casi los últimos 25 años, también fue el propulsor de los llamadas canciones “cebolleras” que animó las veladas de miles de familias de los sectores populares. Tanto fue su éxito en el país del sur que prácticamente fue adoptado por esa nación. En agradecimiento, Lucho Barrios grabó y entonó, en cuanta presentación tuvo, canciones dedicadas a las principales ciudades del norte de Chile cuyos territorios a fines del siglo 19 pertenecieron a Bolivia y Perú. Con valses como “ya despertó Antofagasta”, “la joya del Pacífico” (en alusión a Valparaíso) e “Iquique”, el bolerista peruano terminó enamorando al pueblo chileno que hoy lo llora al igual que el nuestro.

Un caso muy especial es el tema “Del Mapocho al Rimac” que hace alusión a estos dos ríos pero que habla esencialmente de la unión a través de la música y la comida de los pueblos peruano y chileno.

Como decíamos el gran Lucho Barrios se caracterizó por su risa de niño y tierna sencillez. Triunfó en Colombia, Ecuador, su natal Perú, Bolivia y Chile. Pero fue invitado por la colonia peruana y latina a casi todo el mundo. El locutor radial Leo Ramírez, su amigo personal, recordó la vez que fue contratado por los dueños de una planta petrolera de Egipto a pedido de los trabajadores latinos que allí laboraban.

En los últimos años su salud se vio quebrantada por su edad y varias dolencias mal tratadas que lo condujo finalmente a una complicación severa que no pudo resistir.

Con este gran exponente de la música popular peruana y latinoamericana, casi se despide ese sentimiento popular apegado a los poemas desdichados que, transportados a través de la música, cobijaron a varias generaciones de gente sencilla que vieron reflejadas en las canciones de Lucho Barrios sus días y atardeceres.














Imágenes de propiedad de El Mercurio de chile

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