19 de diciembre de 2012
Fuente La República
Docente universitario y diplomático escribe sobre la misiva que el periodista peruano publicó en un diario chileno.
Por Harry Belevan-McBride
Te dirijo estas líneas de respuesta a tu Carta Abierta a Torre Tagle por cuanto, siendo yo un producto diría que hasta genético de lo que alberga esa “casona virreinal”, he sentido que tu escrito también estaba de algún modo dirigido a mí en tanto que hijo, hermano y padre de profesionales formados en esta institución tutelar de la república.
Si bien los planteamientos chilenos con los cuales deduces “… que las posibilidades de que el Perú obtenga el triunfo son mínimas…” constituyen alegatos elocuentes, mal haría con pretender desbaratarlos repitiendo yo también los fecundos argumentos peruanos, pues me resisto a contribuir a la desbordante inflación de comentarios que, en ambos países, han saturado los espacios de opinión acerca del proceso de La Haya.
Sin embargo, el fondo de tu Carta tiene como trasfondo el “cambio de mentalidad que urge en Torre Tagle” porque, a tu juicio, nuestra diplomacia habría urdido esta demanda ante la CIJ por causa de una “mentalidad decimonónica”. Y para que nadie, estimado Álvaro, sospeche que estoy reaccionando bajo el influjo de algún espíritu de cuerpo con mi carrera –extraño lo sería pues hace poco fui cesado de un plumazo sin siquiera el amparo simbólico de una solidaridad interna-, recojo todo lo que dices sobre ese apremio tuyo: “ha llegado la hora de un gran cambio de mentalidad”; “el cambio de mentalidad que urge en Torre Tagle exige dejar atrás una forma de entender nuestras relaciones exteriores…”; “Esa mentalidad de la que la generación que nos representa gallardamente en La Haya es tal vez el canto de cisne…”; “Hoy día, solo una inseguridad… puede justificar que ustedes… se resistan a actualizar la mentalidad decimonónica…”; “…ha llegado la hora de que Torre Tagle dé un salto mental muy grande […] Para lograrlo, tenemos que desapolillar una mentalidad que … ahora es un enemigo”.
Con numérica probidad, como diría el genial Borges, para mejor aprovechar el exiguo espacio de una crónica periodística, condensaré algunos rasgos que explican secuencialmente esa “mentalidad” detrás de la diplomacia peruana:
1- Nuestra frontera con Colombia fue fijada en intrincadas negociaciones llevadas por la cancillería en tiempos internacionalmente muy frágiles para el Perú lográndose, sin embargo, compensar una depredación territorial con otro espacio geográfico que nos proyectó por encima de la Línea Ecuatorial.
2- Semejante papel se cumplió con el Brasil mediante convenciones y tratados negociados por Torre Tagle, que sirvieron para contener la tenaz expansión brasileña que amenazaba con llegar hasta el Ucayali;
3- Fue también nuestra diplomacia que atajó un protervo tratado que Bolivia suscribió con Chile ¡con el que obtuvo Tacna y Arica! Y aun si Torre Tagle logró que Santiago desconociera ese pacto ya firmado, tuvo nuestra diplomacia que enfrentar nuevamente la depravada aspiración de Bolivia pues llevó tan desleal “reclamo” hasta la Liga de las Naciones.
4- Estas batallas fueron ganadas por nuestra tenacidad diplomática más que por balas de fusiles, hasta que solo quedase por sellar las fronteras con Chile y Ecuador. Bien sabes que con este se negociaron límites fronterizos consagrados con la firma del Protocolo de Río. Sin embargo, Ecuador fue durante décadas renuente a acatarlo hasta que, en 1988, Torre Tagle obtuvo la paz definitiva con Quito que, hidalgamente, reconoció la legitimidad de aquel tratado demarcatorio. Finalmente, fue asimismo la cancillería que en 1999 impulsó con Chile la firma del Acta de Ejecución del último artículo del Tratado de Lima pendiente de implementación.
5- Restaba entonces con estos únicos vecinos oceánicos la tarea final de establecer esas otras dos fronteras, las marítimas. Con el Ecuador se cerraron exitosamente en el 2011. No pudiendo, sin embargo, obtener que Chile negociara bilateralmente los límites marítimos como se le propuso en 1986, Torre Tagle se vio constreñido en el 2008 a solicitar formalmente a la Corte Internacional de Justicia que dirimiera el diferendo. Y entramos así al año 2013, cuando el veredicto definitivo sobre este contencioso permitirá que la totalidad de nuestras fronteras queden fijadas a perpetuidad.
6- Todo este repaso es apenas para decirte que la cancillería fue siempre la abanderada en la construcción de la seguridad, pero también de la prosperidad, de la nación. Porque, en simultáneo con las tareas reseñadas, Torre Tagle fue el primer promotor estatal de acuerdos comerciales con otros países y, con el tiempo, impulsor principal de las negociaciones de tratados de libre comercio, poniéndose además a la vanguardia de todos los procesos de integración regional; no olvides que la Alianza del Pacífico que tú mismo apoyas, fue concebida por un estadista visionario como Alan García pero implementada y negociada exitosamente por Torre Tagle. Y en ámbitos tan diversos como el cultural, medioambiental, académico, armamentístico, científico, turístico y tecnológico, nuestra cancillería ha estado siempre a la vanguardia imaginativa y no a la zaga apolillada de los requerimientos nacionales, convirtiéndose así en la única entidad multifacética del Estado peruano por la diversidad de materias que aborda en su quehacer cotidiano.
7- Lejos entonces de ser “la generación que nos representa en La Haya… el canto de cisne” de una mentalidad que injustamente defines como decimonónica, ella es más bien la estirpe representativa de los diplomáticos nacidos en la década de 1940, que heredaron las tareas pendientes de aquellas generaciones precedentes que construyeron, sin estridencias –condición innata a toda labor diplomática--, el armazón que vertebraría al país. Así, a los nombres proverbiales de la diplomacia peruana del siglo XX como los embajadores Víctor Andrés Belaúnde, Raúl Porras, Alberto Ulloa, Bustamante y Rivero o Alberto Wagner, puedes sumar los de Javier Pérez de Cuellar, García Bedoya o Carlos Alzamora y, ahora, los de Allan Wagner y García Belaúnde, nuestros agentes en La Haya, entre otros diplomáticos de carrera descollantes en diversas disciplinas a los que mal podría requerírseles saltos o desapolillados mentales. Solo así podrás entender, estimado Álvaro, el proceso ante la CIJ como la cronométrica secuencia en el tiempo destinada a fraguar esa heredad forjadora de la identidad peruana, a la que Torre Tagle siempre contribuyó.
8- No debes entonces recelar nuevos traumas o rezagos de rencores en la -para mí negada- hipótesis de un fallo adverso, porque la sentencia de La Haya de todas maneras nos abrirá las puertas grandes del definitivo entendimiento mutuo. Va de suyo que habrá desinteligencias entre vecinos, porque las naciones suelen portarse como las gentes. Pero no abrigues temores de que el pisco o el suspiro de limeña puedan renovar enconos u ojerizas confrontacionales porque, a partir del 2013, el Perú y Chile hemos de caminar juntos hacia un futuro compartido de amistad, cooperación y prosperidad ilimitados.
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