Estracto de columna de opinión de Luis Rey de Castro
01 de junio de 2011
"...Un cachaco es un militar adecuadamente deformado desde jovencito, al que se enseña a no pensar. Sus instructores le dicen y repiten: "Obedecer automáticamente, sin dudas ni murmuraciones... Primero disparas, después preguntas... Tus jefes saben por qué te dan las órdenes: tú simplemente, cúmplelas a rajatabla... Las discusiones filosóficas sobre el bien y el mal están hechas para civiles, no para militares. A los civiles les encanta perder el tiempo, discutir, cuestionar. Los militares no podemos perder el tiempo porque tenemos que ganar la guerra, la que sea...", le dicen.
El verdadero cachaco se acostumbra desde muy jovencito a ser un robot: capaz de actuar sin pensar, de leer sin entender, de obedecer sin preguntar, de disparar sin cuestionar: balas o decretos-leyes, si logra encaramarse en el gobierno de un país.
Tuvimos una excelente muestra hace poco, cuando los cinco principales candidatos a la primera vuelta se reunieron para debatir programas, ideas, principios y responder preguntas. El cachaco perfecto parecía un muñeco de cuerda: leyó los textos que le habían preparado, no supo hacer preguntas, ni mucho menos, contestar las que recibió. Penoso, pero auténtico.
El cachaco es un sujeto que cuando tiene suficientes galones como para "comandante", no entiende ni sabe explicar cómo se levantó a 40 soldaditos de un cuartel en Tacna, se robó dos autobuses de la Southern en Toquepala, asaltó una mercantil en el campamento minero y luego fue a esconderse en Tarata, a la espera de que su "golpe militar" derrumbara al gobierno de entonces... coincidiendo curiosamente con el día en que Vladimiro Montesinos dejaba el país en lancha y toda la atención pública estaba puesta en Tarata. El "golpe" no derrumbó nada, pero el cachaco fue premiado con un cargo diplomático en la embajada peruana de París. ¿Se imaginan al cachaco de "diplomático"...? Como es lógico, aprueba, aplaude y convalida el cretinismo de su hermano, el otro cachaco: el que organiza una matanza de policía en Andahuaylas y termina en la cárcel.
El cachaco incapaz de redactar un documento y cuando lee los que le escriben se advierte su enorme dificultad en entender lo que está leyendo. Es obvio que no lo fueron Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte y alguno más.
Gracias al subdesarrollo mental, en ciertas repúblicas latinoamericanas el cachaco termina siendo Jefe de Estado, entornillado durante décadas en el sillón presidencial. ¿Nos hemos olvidado de Manuel Odría y Velasco Alvarado...?"
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