21 de agosto de 2014
Escribe Gustavo Gorriti
Publicada en la edición 2348 de la revista ‘Caretas’
En el periodismo de investigación, nada reemplaza a una verdad revelada. Pero hay ocasiones en las que la verdad recordada tiene casi la fuerza de lo nuevo sin la carga de sus incertidumbres.
Hace poco me encontré con un político que en el pasado dirigió una comisión investigadora importante. Hablamos sobre cómo el tiempo, pese a ser relativamente corto, erosionó la entusiasta indignación del dos mil y el 2001, con la que la mayoría de peruanos respaldó la tarea de investigar la corrupción del fujimorato y limpiar la vida pública.
Además, y quizá eso sea lo más importante, el tiempo, ayudado por distorsionadores de diversa gama, ha desvaído el perfil de los hechos hasta casi borrarlos; los ha sepultado en archivos sin número ni dirección precisos para que el olvido haga lo suyo y los reencauches de reputaciones también.
El político de ayer me habló sobre algunos de esos hechos que tendrían importancia hoy. Hurgó entre sus papeles y encontró un casete VHS que, pensó, tenía lo que buscaba. Me la dio y yo la llevé a un lugar donde pudieron transferirla desde la cinta analógica infestada de hongos a la limpieza digital.
Publicada en la edición 2348 de la revista ‘Caretas’
En el periodismo de investigación, nada reemplaza a una verdad revelada. Pero hay ocasiones en las que la verdad recordada tiene casi la fuerza de lo nuevo sin la carga de sus incertidumbres.
Hace poco me encontré con un político que en el pasado dirigió una comisión investigadora importante. Hablamos sobre cómo el tiempo, pese a ser relativamente corto, erosionó la entusiasta indignación del dos mil y el 2001, con la que la mayoría de peruanos respaldó la tarea de investigar la corrupción del fujimorato y limpiar la vida pública.
Además, y quizá eso sea lo más importante, el tiempo, ayudado por distorsionadores de diversa gama, ha desvaído el perfil de los hechos hasta casi borrarlos; los ha sepultado en archivos sin número ni dirección precisos para que el olvido haga lo suyo y los reencauches de reputaciones también.
El político de ayer me habló sobre algunos de esos hechos que tendrían importancia hoy. Hurgó entre sus papeles y encontró un casete VHS que, pensó, tenía lo que buscaba. Me la dio y yo la llevé a un lugar donde pudieron transferirla desde la cinta analógica infestada de hongos a la limpieza digital.
No era lo pensado, pero fue igual un redescubrimiento. La videograbación tuvo lugar en la Base Naval, en diciembre de 2001, y recogió en voz e imagen las elocuentes confesiones de Vladimiro Montesinos en una larga entrevista con la subcomisión investigadora que presidía el congresista Daniel Estrada.
No había pasado mucho tiempo desde la confusa captura de Montesinos en Venezuela y su entrega al Perú. Había salvado la vida –que llegó a estar en riesgo– en el tránsito de fugitivo a preso y viendo en esos meses cómo antiguos compañeros de fechorías buscaban limpiarse convirtiéndolo en el demiurgo siniestro de todos los crímenes y los robos de esos años, tomó entonces, como es evidente, la decisión de reconocer una parte de sus delitos y revelar los de buena parte de sus cómplices.
Ya lo había hecho antes en una declaración memorable ante el juez Saúl Peña Farfán el 13 de julio de 2001. Las revelaciones en esa diligencia instructiva impresionaron tanto a Estrada y sus otros dos colegas de la subcomisión (Luis Heysen Zegarra y Emma Vargas de Benavides), que decidieron incluirlas íntegramente en su informe.
"Montesinos tomó entonces, como es evidente, la decisión de reconocer una parte de sus delitos y revelar los de sus cómplices".
Cuando Daniel Estrada abrió esa sesión en la Base Naval le quedaba poco más de un año de vida. El ilustre Quosquoruna, como lo llamaron en su tierra, murió en marzo de 2003. Pero en los últimos días del 2001, su sobresaliente desempeño en la subcomisión y su inteligente conducción del interrogatorio puede haber sido una de las razones que estimuló la elocuencia (por momentos hasta locuaz) de Montesinos.
Tanto habló ese día el ex (?) jefe de espías, disfrutando por momentos claramente del diálogo con Estrada, que hubo luego por lo menos un intento en el Congreso por evitar la propalación del vídeo. Estrada lo enfrentó con un discurso de fuerte expresión y gramática impecable ante la prensa y el público para, acto seguido, dar a conocer el vídeo.
Fue un momento breve, de mucho interés y gran promesa, que pronto se eclipsó.
Volver a ver el vídeo ahora, casi 13 años después de su primera trasmisión, provoca un sentimiento extraño. De un lado la fascinación por la Historia que al redescubrir, revela tanto; y por el otro una sensación poderosa de actualidad que no pareciera corresponder a los años que han pasado.
¿Por qué? Porque buen número de los protagonistas de ese informe son ahora parte de la actualidad. El reencauche de algunos parece haber incluido el punto de oro, que aunque sea más falso que un billete de trece soles, parece que en esta época resulta suficiente para muchos.
Ahí están casi todos los bribones y los briboncetes que infectaron la vida nacional el años dos mil, listos para repetir el plato. Por lo menos un tránsfuga va como candidato regional. Y el resto ya tiene sueños húmedos con las bandas y fajines del 2016. Aunque a la mayoría, de paso, no le ha ido nada mal estos años, en los que la mediocridad, la hipocresía y poca honestidad de los líderes que produjo nuestra democracia, les ayudó a camuflarse, a ocultar los crímenes de ayer con las miserias de hoy.
En ese contexto, que tenga la palabra el Vladimiro Montesinos de julio-diciembre de 2001, cuya precaria convivencia con la sinceridad tuvo el foro preciso en la subcomisión que presidió Daniel Estrada. A continuación, algunos adelantos de lo que dice:
Fujimori sabía todo.– “… el señor Fujimori lo ha dicho en 20 mil discursos, que él mandaba en la Nación, que en el Estado no se movía un alfiler si no sabía él; y lo dijo incluso en la ceremonia cuando las Fuerzas Armadas le hacen un reconocimiento anticipado antes que el Jurado [de Elecciones] lo reconozca y en el Complejo se hace una ceremonia, él dice en el discurso: ustedes están subordinados, yo soy el que manda en la nación,… está diciendo públicamente que él mandaba y si él mandaba los que estábamos bajo sus órdenes éramos ejecutantes de sus órdenes”.
Tanto habló ese día el ex (?) jefe de espías, disfrutando por momentos claramente del diálogo con Estrada, que hubo luego por lo menos un intento en el Congreso por evitar la propalación del vídeo. Estrada lo enfrentó con un discurso de fuerte expresión y gramática impecable ante la prensa y el público para, acto seguido, dar a conocer el vídeo.
Fue un momento breve, de mucho interés y gran promesa, que pronto se eclipsó.
Volver a ver el vídeo ahora, casi 13 años después de su primera trasmisión, provoca un sentimiento extraño. De un lado la fascinación por la Historia que al redescubrir, revela tanto; y por el otro una sensación poderosa de actualidad que no pareciera corresponder a los años que han pasado.
¿Por qué? Porque buen número de los protagonistas de ese informe son ahora parte de la actualidad. El reencauche de algunos parece haber incluido el punto de oro, que aunque sea más falso que un billete de trece soles, parece que en esta época resulta suficiente para muchos.
Ahí están casi todos los bribones y los briboncetes que infectaron la vida nacional el años dos mil, listos para repetir el plato. Por lo menos un tránsfuga va como candidato regional. Y el resto ya tiene sueños húmedos con las bandas y fajines del 2016. Aunque a la mayoría, de paso, no le ha ido nada mal estos años, en los que la mediocridad, la hipocresía y poca honestidad de los líderes que produjo nuestra democracia, les ayudó a camuflarse, a ocultar los crímenes de ayer con las miserias de hoy.
En ese contexto, que tenga la palabra el Vladimiro Montesinos de julio-diciembre de 2001, cuya precaria convivencia con la sinceridad tuvo el foro preciso en la subcomisión que presidió Daniel Estrada. A continuación, algunos adelantos de lo que dice:
Fujimori sabía todo.– “… el señor Fujimori lo ha dicho en 20 mil discursos, que él mandaba en la Nación, que en el Estado no se movía un alfiler si no sabía él; y lo dijo incluso en la ceremonia cuando las Fuerzas Armadas le hacen un reconocimiento anticipado antes que el Jurado [de Elecciones] lo reconozca y en el Complejo se hace una ceremonia, él dice en el discurso: ustedes están subordinados, yo soy el que manda en la nación,… está diciendo públicamente que él mandaba y si él mandaba los que estábamos bajo sus órdenes éramos ejecutantes de sus órdenes”.
Martha Chávez y la rendición de cuentas.- “… ahí hay un hecho importante, señor, … la personera de la alianza Perú 2000 es la señora Martha Chávez de Cossío.[…] treinta días después de concluido el proceso electoral, hay que hacer una rendición de cuentas. […] ella presenta una solicitud [sic] indicando que la alianza Perú 2000 gastó casi 5 millones y medio de dólares, cinco cuatrocientos. Entonces, la pregunta que fluye, señor presidente: ¿quién le entregó ese dinero? Yo le entregué el dinero. […] Los donantes… nunca donaron un solo dólar. Son documentos simulados, dolosos. Esos dineros salieron de los fondos asignados al Servicio de Inteligencia Nacional por orden del presidente Fujimori. La señora Martha Chávez sabía que esos fondos eran pagados por los dineros del Servicio de Inteligencia Nacional, derivados del ministerio de Defensa, del ministerio del Interior. Si ustedes agarran y llaman al señor de Leche Gloria y le digan [sic], señor, ¿usted entregó 500 mil dólares, a quién le entregó, dónde le entregó, le entregó en efectivo, en cheque? ¿cómo fue la entrega, usted de dónde sacó el dinero?… le estoy dando los elementos, le estoy dando los … medios de prueba para que ustedes esos indicios los conviertan después en pruebas”.
En los próximos días, el testigo de cargo de diciembre de 2001, Vladimiro Montesinos, terminará de declarar esa memorable y muy actual manifestación en IDL-Reporteros.