lunes, 29 de agosto de 2011


Cruzando los límites


Pocos se han puesto a pensar en las consecuencias de una frenética cobertura mediática, que ha convertido la desaparición del joven Ciro Castillo en el cañón del Colca en una novela, de cuya exposición pública los medios intentan obtener cada vez más ventas.

Cada día se sueltan argumentos, supuestas contradicciones y retardados testimonios de testigos y "topos" (rescatistas de origen mexicanos) que hacen más intrincado un desenlace apegado a la realidad. Lo más grave es que se viene alentando un linchamiento público contra una implicada, que pese a haber cometido graves errores por malos consejos de su entorno, no merece ser estigmatizada antes de haberse comprobado, siquiera, si Ciro está vivo o muerto.

En adelante, el papel de la prensa en su cobertura de éste hecho es vital para resguardar honras y evitar que hordas de exaltados se vuelvan en histriónicos protagonistas, tuerzan las investigaciones y torpedeen un final de justicia que esperan los familiares del desaparecido.

Más sobre el tema:
Ese periodismo que juzga y condena- por don Juan Gargurevich

viernes, 19 de agosto de 2011


Sancho en los Cocales

Por Gustavo Gorriti
Fuente Caretas

La gente prefiere que la comparen con el Quijote antes que con Sancho aun en los casos en que cada acto de su vida, en la vigilia y en el sueño, sean un sufragio a la filosofía del señor Panza. Pero el otro día un artículo de homenaje le hizo al fin justicia al exgobernador de la Ínsula Barataria y, a menos que yo haya entendido mal, nuevo responsable de Devida.
El autor del artículo, escrito con afecto y claros conceptos, aunque quizá con menos afinada puntería literaria, fue Hugo Cabieses, flamante viceministro del (Medio) Ambiente y antes de eso conocido sobre todo como un ‘cocólogo’ coherente, con valentía intelectual, coherencia de pensamiento y capacidad polémica.
“Ladran, Sancho…: sobre coca y drogas” fue el título de una apología al nombramiento de Ricardo Soberón como nuevo presidente ejecutivo de Devida.
La nota está, como he dicho, bien escrita y razonada. Cabieses lo hace con rigor y precisión mientras defiende y respalda a Soberón, a quien llama “mi amigo y compañero de mil batallas por cambiar los paradigmas actuales sobre drogas”.

Hacia el final del artículo, empero, el recuerdo de ataques y descalificaciones calumniosos, la alharaca ante su nombramiento llevaron a un emocionado Cabieses a terminar así su nota: “Ladran Sancho Ricardito… señal que avanzamos. Suerte querido amigo y compañero¡!!!”.
Este martes 16 telefoneé a Sancho Ricardito para conversar sobre sus avances y, si quedaba tiempo, sobre los ladridos.
Soberón acababa de terminar, precisamente, una reunión con la embajadora de Estados Unidos, Rose Likins. El nuevo jefe de Devida demostró que aprende rápido el lenguaje burocrático: “Pasamos revista a todos los temas de interés en ambas partes”, me dijo.
Como a esas horas, los equipos de erradicación anticoca del CORAH recibían la orden de suspender su trabajo y replegarse a Tingo María, me imagino que la revista no fue aburrida.
Le pregunté a Soberón sobre el tema de la erradicación forzada de cocales. Su respuesta fue clara y, en mi opinión, razonable.
“Nos afirmamos”, dijo, “en la necesidad de reducir las áreas bajo cultivo… hablamos de reducción, no de erradicación”, añadió.
¿Cómo se reduce sin erradicar? De hecho, hay formas (en el pasado, la interdicción aérea redujo áreas con una velocidad y eficacia que jamás logró la erradicación), pero Soberón se refirió a métodos consensuados de reducción, que incluyan la erradicación bajo ciertos criterios. Por ejemplo, la erradicación de cocales en parques nacionales, cerca de pozas de maceración y la que exceda “el rango aceptable” en cada microcuenca.
“En mi gestión va a haber diálogo”, enfatizó Soberón, “con participación de las organizaciones (cocaleras) y mecanismos distintos al de la pura erradicación”. ¿Cuáles, por ejemplo? “El empadronamiento, registro y catastro de cocaleros y cocales… los cocaleros reconocen la necesidad de reducir”, dijo Soberón.
Yo encuentro que esa posición es racional. Claro que del principio a la aplicación eficaz hay una buena distancia, pero no debería ser difícil entender que la reorientación estratégica de la lucha contra el narcotráfico, luego de décadas de consistente fracaso, es indispensable.
Por eso, el repliegue de los equipos del CORAH no debe significar alarma sino más bien un cauto optimismo. En lugar de seguirle dando cabezazos a la pared, se debe pensar en alternativas más eficaces.
Soberón enfatizó las obvias “fisuras” en la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, “en el lavado de dinero, el control de insumos”. Insistió, además, en la necesidad de mantener en su puesto a la aguerrida procuradora antidrogas Sonia Medina, ayudándola a “mejorar su capacidad operativa”.
Pero, si la política general respecto de la coca y cocaleros de un lado, y contra los narcotraficantes del otro, parece estar bien encaminada (aunque es en los detalles de su aplicación donde tendrá éxito o fracasará) globalmente, en otros aspectos estrechamente vinculados (lucha contra el crimen organizado y contra la corrupción), el Gobierno metió la pata.
Justo el día en el que la Dirandro, la Dirección antidrogas de la Policía desbarató una organización internacional de narcotraficantes, capturó 896 kilos de cocaína y detuvo a tres colombianos y un peruano vinculados con ese inmenso cargamento, el Gobierno sacó de la Dirección a su experimentado jefe, el general PNP Carlos Morán y lo reemplazó por un oficial sin experiencia y a quien le queda poco tiempo en el servicio activo: el general Francisco Pasco.
Ese cambio, de singular torpeza, se dio dentro de un proceso general de reasignaciones de comando, en el que no todas las decisiones son malas. Alguna, como por ejemplo el nombramiento del general Eduardo Arteta como nuevo jefe de la VII dirección en Lima Norte, tendrá un impacto positivo en la seguridad ciudadana. Pero aciertos como ese no mejoran las simultáneas y preocupantes necedades.
El general PNP Eusebio Félix Murga, por ejemplo, ha sido nombrado de nuevo como jefe de la Dinincri. Félix era un policía experimentado en la investigación criminal hasta que se le ocurrió incursionar en las pesquisas paranormales. Sus mejores detectives se lanzaron a perseguirpishtacos y capturaron un ridículo monumental. Ahora, no queda claro si Félix se va a rodear de detectives o exorcistas; si añadirá o no subdirecciones de seguimiento de pishtacos, avistamiento de jarjachas y captura de almas en pena.
Pero nada gana en pura torpeza a la remoción de Morán de la Dirandro. ¿Por qué? Porque si bien en la mayoría de los casos, (en seguridad ciudadana, por ejemplo), el saber policial es general, y basta un buen conocimiento global de la disciplina para lograr el éxito a través de su aplicación diligente, honesta y con sentido común; hay unos pocos casos en los que la especialización y un conocimiento profundo del área sí importan, y mucho. Ese es el caso de la lucha contra el crimen organizado en general y el narcotráfico en particular.
Veterano analista del GEIN, Morán ha tenido una participación central en casi todas las investigaciones más importantes contra el narcotráfico, desde los casos contra Fernando Zevallos y los Sánchez Paredes en adelante. Intervino en varios otros , como el de BTR o la captura del espía Víctor Ariza, por ejemplo.
Con esa larga experiencia, Morán, que asumió el mando de la Dirandro este año luego de trabajar por largo tiempo dentro de ella, avanzó estos meses en la integración de múltiples fuentes de inteligencia, para poder procesarlas con rapidez y actuar de inmediato. Por obvio que suene, se trataba de un esfuerzo inédito de integración, en el que la Dirandro jugaba un papel clave.
Ahora, remover al director de orquesta de ese esfuerzo en proceso de despegue, pareciera indicar una vocación por la necedad o un mal escondido deseo de fracaso. Sea como fuere, no huele bien. Nada bien.
Hay otros nombramientos hechos o en proceso de materializarse, de gente vinculada hace poco, por deshonestidad o por soberbia, con casos de evidente corrupción. Debo hacer verificaciones adicionales antes de mencionar nombres, pero espero terminarlas pronto. Adelanto que alguna de la gente que presiona ahora para lograr algunos de los nombramientos más cuestionables, ha circulado en el pasado con la supuesta bandera anticorrupción.
 (Gustavo Gorriti)

Más sobre el tema:

¿Una República cocalera? - por Fritz Du Bois
Alerta Blanca - Caretas




miércoles, 10 de agosto de 2011


Ergo: Judio Lerner manda y el "cachaco" obedece

Estracto de columna de opinión de Luis Rey de Castro


01 de junio de 2011


"...Un cachaco es un militar adecuadamente deformado desde jovencito, al que se enseña a no pensar. Sus instructores le dicen y repiten: "Obedecer automáticamente, sin dudas ni murmuraciones... Primero disparas, después preguntas... Tus jefes saben por qué te dan las órdenes: tú simplemente, cúmplelas a rajatabla... Las discusiones filosóficas sobre el bien y el mal están hechas para civiles, no para militares. A los civiles les encanta perder el tiempo, discutir, cuestionar. Los militares no podemos perder el tiempo porque tenemos que ganar la guerra, la que sea...", le dicen.

El verdadero cachaco se acostumbra desde muy jovencito a ser un  robot: capaz de actuar sin pensar, de leer sin entender, de obedecer sin preguntar, de disparar sin cuestionar: balas o decretos-leyes, si logra encaramarse en el gobierno de un país.

Tuvimos una excelente muestra hace poco, cuando los cinco principales candidatos a la primera vuelta se reunieron para debatir programas, ideas, principios y responder preguntas. El cachaco perfecto parecía un muñeco de cuerda: leyó los textos que le habían preparado, no supo hacer preguntas, ni mucho menos, contestar las que recibió. Penoso, pero auténtico.

El cachaco es un sujeto que cuando tiene suficientes galones como para "comandante", no entiende ni sabe explicar cómo se levantó a 40 soldaditos de un cuartel en Tacna, se robó dos autobuses de la Southern en Toquepala, asaltó una mercantil en el campamento minero y luego fue a esconderse en Tarata, a la espera de que su "golpe militar" derrumbara al gobierno de entonces... coincidiendo curiosamente con el día en que Vladimiro Montesinos dejaba el país en lancha y toda la atención pública estaba puesta en Tarata. El "golpe" no derrumbó nada, pero el cachaco fue premiado con un cargo diplomático en la embajada peruana de París. ¿Se imaginan al cachaco de "diplomático"...? Como es lógico, aprueba, aplaude y convalida el cretinismo de su hermano, el otro cachaco: el que organiza una matanza de policía en Andahuaylas y termina en la cárcel.

El cachaco  incapaz de redactar un documento y cuando lee los que le escriben se advierte su enorme dificultad en entender lo que está leyendo. Es obvio que no lo fueron Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Alfonso Ugarte y alguno más.
Gracias al subdesarrollo mental, en  ciertas repúblicas latinoamericanas el cachaco termina siendo Jefe de Estado, entornillado durante décadas en el sillón presidencial. ¿Nos hemos olvidado de Manuel Odría y Velasco Alvarado...?"
Foto: César Revilla